Opinión

Vuelve el ocho de marzo

Este ocho de marzo, como muchos otros, volveremos a ver asociaciones cogidas de la mano con políticos, algunas señoras políticas alardeando de las penumbras que tienen que soportar de los neomachistas y otros que no son ya tan neo, así como políticos dando charlas de lo mucho que están trabajando para que la igualdad llegue a ser un hecho y no un deseo. Efectivamente, en este párrafo relaciono en todo momento esta jornada, con el político común del régimen del 78, pero no se confundan, no lo hago porque hayan sido protagonistas de este tema que estamos hablando, sino más bien por haber dejado el asunto en un segundo plano. No se puede pregonar la igualdad cuando legislas en contra de ella.

Y es que sin remedio posible y como lógica de la naturaleza, llega el nueve de marzo, con lo que ello conlleva. Esto lo explicó muy bien el bueno de Serrat en una de sus canciones “y con la resaca a cuestas vuelve el pobre a su pobreza, vuelve el rico a su riqueza y el señor cura a sus misas, se despertó el bien y el mal, la zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal y el avaro a las divisas”. No podemos negar que aunque está muy bien pronunciarnos en una fiesta reivindicativa, no debemos ser cómplices de actos que se quedan en una fotografía. Las reivindicaciones hay que lucharlas y la dignidad de las mujeres, como otras muchas cosas, no puede marcar por el calendario del capital.

Así que aquí me encuentro, sentado esperando a que este ocho de marzo sea un impulso, un punto de reflexión e inflexión. Pero justo ahora me levanto, voy a empezar a caminar de una forma firme por la igualdad de todos los seres humanos sin distinción de sexos, razas, creencias y orientaciones sexuales. Dime ¿Te vienes a dar un paseo?

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