Opinión

El niño de la foto

La sociedad, en general, está aletargada. Desayunamos, con mirada ausente, escuchando sobre masacres lejanas. Comemos, sin inmutarnos, viendo tragedias humanitarias en la tele. Cenamos, medio hibernados, volviendo a contemplar horrores en serie.

Cincuenta refugiados muertos en un camión, nada.

Setenta refugiados muertos en un vagón de tren, nada.

Trescientos refugiados muertos en un naufragio, nada.

Y de repente aparece la foto del niño pequeño muerto, con la cara sobre la arena. Sus hermanos: muertos. Su madre: muerta. Su padre llorando en prime time. Y algo salta en esa parte del cerebro que dice: "¿Pero a tí que leches te pasa? ¡Que podría ser el tuyo, imbécil!"

Y es cuando el personal se indigna y los políticos se mueven. No antes. Antes solo se estaban moviendo las Carmenas, los Kichis y las Colaus, que no todos son alcaldes o salen en la tele, pero los hay y muchos.

Si queremos unos políticos que se muevan cuando hace falta y no solo cuando vemos barbaridades mediatizadas, hace falta votar diferente. Lo están demostrando.

Tenemos la necesidad imperiosa de unos gobernantes por vocación. Gente que se mueva ante la previsión de necesidades y no solo cuando la situación llega a la prensa, ya que entonces suele ser demasiado tarde para muchas personas.

Recordemos una de las tragedias ocurridas en España por la inacción (o lo que es peor, la mala praxis) de algunos políticos: Madrid Arena. Un tipo sin escrúpulos, cuya reputación y antecedentes eran de sobra conocidos, recibe concesión para explotar un lugar público y lucrarse. El "empresario" vende el doble de entradas de las que debía y llena el local a reventar. Pone a un médico jubilado como responsable sanitario. Contrata la seguridad a una empresa que, a su vez, contrata personal precario. Ordena que las puertas de emergencia estén cerradas para que no pueda pasar nadie sin pagar pero, en un momento dado, permite entrar a los chavales que estaban fuera, sin entrada pero con botellón, a un local ya saturado de por si. Y esos chavales estaban allí porque la Policía Local lo permitió. Si, esa policía al servicio de los mismos que autorizaron la concesión al "empresario".

Se lo dice uno que sabe de lo que habla: poco pasó para lo que podría haber pasado.

Ana Botella volvió del spa de Lisboa cuando la presión mediática se volvió insostenible. Unos políticos en condiciones no hubiesen permitido semejante situación. Los empresarios dudosos no deben recibir ni el saludo del sector público.

La misma situación nos aqueja ahora con los refugiados. Una política exterior decente en Europa no hubiese dejado que la situación en Siria y en tantos otros países escalase hasta detonar en este éxodo masivo. Pero lo que tenemos son fabricantes de armas sin escrúpulos, que reciben permisos para vender a países como Arabia Saudí. Luego esas armas que venden a dictadores acaban en manos de otros dictadores o de terroristas y llegamos a esta situación.

El truco no está en acogerles, que también, pero eso es solo control de daños. La clave es que no tengan que marcharse. Y eso se consigue con diálogo, con inversión en sus países de origen, con vigilancia ante los extremismos y con tolerancia hacia todo lo demás.

Quienes nos han gobernado hasta la fecha, en España y en Europa, han demostrado su completa incapacidad y su absoluta falta de voluntad para solucionar estos problemas seriamente. Seguramente están más preocupados de sus vuelos en business, sus dietas estratosféricas y sus celestiales puertas giratorias que de los meros mortales que caminamos por la arena y que morimos en el mar.

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