Opinión

González 0.0

Que recuerda aquello de Franco de la hidra marxista y la conjura judeo-masónica, para las que nuestro insigne Duce no veía más destino (a falta de la tecnología de Auschwitz) que el degüello a lo moro.

Por cierto, aquel entrenado caudillo de las arenas estériles, se montó una logia masónica en Salamanca -como un teatrillo para visitantes- digna de ver y enseñar, que como escenario teatral y horripilante no tiene nada que envidiar al túnel de la bruja.

Y es que sin duda, aquel señalado artista fue un expresionista frustrado en la sombra, que muy bien pudiera haber firmado sin desmerecer “El judío eterno”, cinta nazi de útil recuerdo para que la desmemoria no dé a luz nuevos cafres.

Ahora que recordamos el Holocausto, conviene no olvidar aquellas historias y aquellas oscuras y tóxicas campañas publicitarias.

Para el análisis y comprensión de este tipo de cuentos y oportunos cocos, muy propios para acostar pronto a los niños, sería saludable la lectura del Licenciado Torrejoncillos, que en su inefable “Centinela contra judíos, puesta en la torre de la Iglesia de Dios” describía con pelos y señales el rabillo a la altura del sacro que distinguía a los judíos de los cristianos viejos y católicos, los únicos con suficiente limpieza de sangre dentro de la mugre general, para ser nombrados españoles de pura cepa (aunque vinieran de los godos).

Ya entonces había antisistema -los judíos-, que a falta de rastas se les distinguía por ese rabillo “rabínico” del que no hay fotos o retratos, salvo el que nos dejaron autores tan imaginativos y elocuentes como el licenciado Torrejoncillos, del que ideológicamente -en orden al racismo- era primo hermano el Cardenal Silíceo.

El diligente cardenal aritmético dio a toda aquella paranoia institucional un soporte jurídico y genealógico de sólido y practico cotarro, que casaba bien con el aspecto crematístico de las confiscaciones postmorten y en estatua. Una suerte de mordidas que se comían todo el patrimonio del inocente quemado vivo o del afortunado huido in extremis.

Esperemos no ver a los Podemitas señalados con una estrella morada en el pecho, pero a este paso no se extrañen si los muestran (cuando interese) fotografiados en Irán firmando los famosos y espurios  protocolos de los sabios de Sion.

Tras de ello debe andar ese comisario de las cloacas del Estado, tan famoso como ubicuo, y amigo -dicen- de una encumbrada dirigente del PP.

Felipe, cuando vestía de pana para hacer juego con la melena de Guerra, camelaba a las masas poco entrenadas del postfranquismo con una facilidad que recordaba a la del flautista de Hamelin con los tiernos infantes. Entonces no era González, o lo era pero disfrazado de Felipe. El caso es que cazaba ratones, que para el cotarro politico-financiero en ciernes, era lo que más interés tenía.

Si hubiera sido futbolista lo habría fichado Florentino, pero como era político con labia lo ficharon los bancos, que son los únicos que pueden pagar ese tipo de primas. Y la tradición de ese banquillo ha seguido hasta hoy con Zapatero y Botín, más alguna ayuda extra de Venezuela, donde entrenaba el corrupto Carlos Andrés Pérez.

Hay quien piensa que González ya no camela, hay quien piensa que ya no cuela ni vende, hay quien piensa que no es coherente o que es muy mentiroso, hay quien piensa que es (o solo fue) la voz de su dueño, pero que cada cual piense lo que le venga en gana -que de eso se trata- sin que le pinten cuernos y rabo, o le planten una estrella infamante sobre el corazón rebelde. Otra cosa son los ladrones. En cuanto conviene conocer quiénes son y cuánto dinero se han llevado, o si su puerta giratoria -como su alma- tiene un precio que se ha pagado con dinero público.

Y que nuestro post socialista 0.0 predique sobre Venezuela tanto como le venga en gana o crea conveniente, pero que no se olvide de los EREs de su querida Andalucía, de la Púnica y la Gürtel de nuestra España cañí, y demás sarta de miserias morales, digna del PP, a la que no se le ve el extremo de la ristra. Y por qué no, que no se olvide tampoco de la mafia napolitana, que a lo mejor no es mal socio para la gran coalición llamada a dirigir los más altos destinos de la patria.

Creo yo señor González, si usted me lo permite, que un auténtico patriota debería  preguntarse, de vez en cuando, que se ha hecho del pueblo español en las últimas décadas para que con toda la corrupción aflorando a la vista de todos, siga apoyando con sus votos a esos corruptos demostrados y confesos, y elevando a puestos de poder a quienes sabe a ciencia cierta que le engañan y le roban. Hacerse esa pregunta sí que es mirar por el bien y el futuro de la patria, porque esa pregunta da toda la medida de nuestra miseria actual.

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