Opinión

La confianza se gana, pero también se pierde

Si aceptamos la máxima en torno a que la confianza se puede ganar, es lógico entonces concluir que también se puede perder. Mucho tiene que mejorar la política de este país en lo que a rendición de cuentas, participación ciudadana y fiscalización respecta. Quiero centrarme, porque es mi zona de “confort laboral”, en la política municipal y en las necesidades que presenta en esta materia.

Hablemos del escenario post ruptura del bipartidismo y conjugando en pretérito las mayorías absolutas. Hasta hace “dos telediarios” un alcalde, o alcaldesa, por el mero hecho de obtener la confianza del Pleno el día de la investidura, podía sobrevivir en el cargo, de una forma razonablemente cómoda, durante cuatro años si era medianamente hábil gestionando los odios entre los diferentes partidos de la oposición. No gustar a nadie no es óbice para mantener el sillón si logras imponerte como el mal menor. Y así, gracias entre otras virtudes democráticas del PP a la Ley de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local (LRSAL) que permitía aprobar los presupuestos generales por Junta de Gobierno, un alcalde, o alcaldesa, renqueaba hasta las siguientes elecciones de una manera muy holgada.

Desde este verano eso, afortunadamente, ha cambiado debido a que el Tribunal Constitucional ha “acertado” en fallar que eso es inconstitucional, menudo trabalenguas. (¡Bendita sea la lógica cuando se impone a las luces que ciegan a algunos!) Ahora la ley y la lógica vienen de la mano y dicen que, si no tienes los votos, no tienes presupuestos.

En mi pueblo, como en muchos otros sitios, quien gobierna lo hace en minoría en base a una suerte de acuerdos de investidura que le dieron acceso a la Alcaldía. Las tensas situaciones que vive la gobernabilidad nos ponen en la mano, rebuscando en la Ley, la posibilidad de revalidar, fiscalizar y llevar a la práctica la rendición real de cuentas. Hablo de la moción de confianza ligada a los presupuestos municipales.

Quienes creemos que la confianza no supone un cheque en blanco para cuatro años, entendemos que se debe negociar “con riesgo” a la hora de mantenerse en los puestos de responsabilidad. Así mismo, quienes también creemos que aquellos que llevan 30 años gobernándonos se preocupan más por el hecho de aparentar gobierno que de gobernar, entendemos que es imprescindible en lo político, y necesario en lo democrático, negociar unos presupuestos vinculados a herramientas de fiscalización real.

En Villarrobledo el alcalde aparente, Alberto González,  se esfuerza día a día en hacer como que hace cosas. Desde Se Puede Villarrobledo, como herramienta vinculada a la ciudadanía, le instamos de una vez a que demuestre que hace esas cosas ampliando la foto fija a la que nos tiene acostumbradas y acostumbrados, hay que demostrar que hay vida después del flash.

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