Opinión

Un aplauso a la militancia del PSOE mientras Pedro está en cuarentena

Cual rebelde adolescente, la militancia socialista ha desafiado a los dos ejes que han marcado la cultura ideológica del socialismo desde que el PSOE se convirtiera en la fuerza hegemónica de la izquierda: a sus figuras históricas tildadas de padres de la democracia y figuras de referencia del socialismo patrio y al periódico El País. Somos muchas las que pensamos que el mejor acto de campaña a favor de Pedro Sánchez fue esa foto de Susana Díaz con lo otrora más respetado del PSOE –a los que la militancia jubiló el pasado domingo- y las columnas venenosas del diario El País, otrora también respetado diario de referencia del socialismo y de la izquierda. Por lo tanto, doy mi más sincera enhorabuena a la militancia socialista por haber rescatado a su partido del abismo. Sin lugar a dudas, ha demostrado una durísima crítica hacia el fondo y las formas que les estaban vendiendo como correctas desde el baronismo y el periodismo. Han demostrado que, a pesar de las presiones en esa indudable red clientelar socialista que extiende sus tentáculos por todo el Estado, cuando tienen una papeleta en blanco viran hacia la izquierda.

En estos últimos tiempos se había tachado a la militancia socialista de ser tan responsable como sus élites del giro hacia la derecha. Es obvio que muchas y muchos socialistas han seguido las directrices del partido sin reflexionar en la gravedad de la situación incluso defendiendo la abstención a Rajoy. Pero ayer se demostró que la mayoría sigue siendo la descendencia de aquellas y aquellos que pelearon por nuestros derechos. La militancia socialista tiene ahora mucha responsabilidad. Por un lado sostener en el tiempo lo que el pasado domingo se votó reconstruyendo una inercia, lo cual será difícil sobre todo por el sur de la península; por otro, prestar mucha atención a los movimientos que a partir de ahora se realizan en el PSOE. La militancia tiene que aguzar los oídos y abrir bien los ojos para identificar cualquier atisbo de incoherencia que pueda producirse porque, visto lo visto, el PSOE funciona mucho mejor con el ojo avizor de su militancia sobre las decisiones importantes que con la omnipresencia del pasado. Siempre he sentido el máximo de los respetos por las y los militantes del PSOE y me alegra su determinación y su contundencia demostrando que siguen sintiendo la izquierda como la única salida a estos terribles años y que están mucho más cerca del discurso de Podemos que del de Ciudadanos o del PP -no así sus élites. Por último, la militancia es la que tiene que provocar ya de una vez una serie de prejubilaciones forzadas y forzosas entre tantos y tantas dirigentes torpes que han encabezado la cruzada hacia la derecha. No hay nadie más legítimo que la propia militancia para mandar al rincón de pensar a unos cuantos que se han dedicado a insultarla ideológicamente.

No puedo, sin embargo, admirar de la misma manera a Pedro Sánchez. Ha representado, desde que resultó elegido por primera vez Secretario General del PSOE en 2014, la incoherencia y el titubeo. Según sus propias palabras, primero Podemos fue populista para luego pasar a ser tremendamente populista; después se autodenominó de izquierdas para acabar pactando con Ciudadanos y terminar reconociendo finalmente haber recibido presiones para no pactar con Podemos. Mostró coherencia cuando ésta ya no servía de nada. También ha representado la cobardía porque, siento ser purista, valiente no es denunciar un hecho cuando ya has perdido la partida y has sido desterrado. Valiente es denunciar un hecho cuando aún estás en posición de hacer algo para cambiar el rumbo de la situación. Ha representado la tibieza, palabras por un sitio y hechos por el otro haciéndome dudar entre si lo que hacía era más por salvarse a sí mismo que por salvar al partido.

Por eso Pedro Sánchez está en cuarentena; fiarse de él ahora se torna complicado. Entiendo que haya representado la esperanza –la única realmente- para su militancia, sobre todo observando la competencia. Entiendo que los que quisieron deponerlo de mala manera lo hayan aupado a héroe sin ni siquiera darse cuenta. Pero tengo dos miedos hacia este PSOE: temo que vuelva a ser ese tapón que impida el cambio que necesitamos y que se trate tan solo de un reciclaje de más de lo mismo y también temo que este PSOE no tenga una intención real de acabar con este sistema profundamente injusto con los que menos suerte tienen y al que parece que muchos socialistas no quieren ni toserle. Es decir, sí, Pedro Sánchez quizás sea la solución a la emergencia de la ciudadanía, pero representa un cambio insuficiente desde el punto de vista de la revolución democrática que precisamos.

Aun así no debemos olvidar que un partido no es totalmente libre si su financiación depende de los bancos, puesto que andan atados de pies y manos y muchas veces con la boca tapada, como es el caso del PSOE reconocido por el propio Sánchez.

Pedro se ha construido un personaje al que ahora debe ceñirse, siendo rehén de la imagen que ha dado de sí mismo, sobre todo desde aquel programa de Salvados. Es aquí y ahora cuando Pedro Sánchez tiene que demostrar qué es esta vez. Porque decir qué es realmente después de todo lo visto hasta ahora sería bastante desatinado. Espero sinceramente que esta vez no vacile como en las últimas oportunidades que tuvo para cambiar nuestro país y sea concreto y directo en sus actos y medidas. Y espero aún con más ansia que si no es así la militancia dicte sentencia y busquen entre sus filas y sus bases a un o una secretaria general que no tema unirse a Podemos para llegar al gobierno de izquierdas que tanto necesitamos. Pedro, de momento, tiene una moción esperando encima de su mesa. Y es el momento de actuar.


María Pérez Segovia

Consejera ciudadana de Podemos CastillaLa Mancha

Comentarios