SOS, el agua se está acabando en Castilla‑La Mancha

La escasez y la sobreexplotación de los recursos hídricos, unidos a una sequía que ha llegado para quedarse, hacen imprescindible la implicación de todos. Tomar conciencia del problema y hacer un uso responsable de los recursos existentes permitirán preservar este elemento esencial para la vida y el desarrollo económico.

TOLEDO.- El agua es un recurso natural, esencial para la vida y para el desarrollo de buena parte de las actividades económicas, pero cada vez más escaso. Un bien muy preciado que parecía inagotable, pero tal y como se está comprobando, el agua también se está agotando. 

Una situación a la que no es ajena Castilla-La Mancha, que tiene, hoy por hoy, menos de la quinta parte de agua que debería tener. Un escenario en el que la escasez de lluvias ha tenido un papel importante, ahondando en una sequía que ha venido para quedarse, pero en la que también influyen otros factores, algunos de los cuales está en nuestra mano frenarlos. 

Un agua que 'se escapa' de nuestros hogares cuando no cerramos bien el grifo o cuando regamos más de la cuenta en el jardín, pero también con el uso irresponsable en el sector industrial, cuando no se depura adecuadamente o cuando se sobreexplotan los recursos hídricos para el regadío de forma irresponsable.  

Situaciones ante las que se hace fundamental tomar conciencia. Y es que, como señala Greenpeace en su informe 'Sequía, algo más que falta de lluvia', ante una situación como la actual se hace imprescindible gestionar el agua desde la máxima eficacia. Un reto que debemos abordar conjuntamente, desde los consumidores hasta las compañías de abastecimiento, con la implicación de los agricultores y las industrias, pero también desde las administraciones. 

Ser conscientes de que sin agua no hay vida, de ahí la necesidad de preservar este recurso para nuestro bienestar y el de futuras generaciones. Para ello, en nuestro día a día hay que tener presente que cada gota y cada gesto, también cuentan. 

No hay que dejarse llevar por el catastrofismo, pero sí ser conscientes de que el agua no es un elemento que se pueda malgastar. Tener presente la envergadura del problema y optar por un uso racional del agua, son los primeros pasos. 

Con simples gestos como no dejar el grifo abierto al lavarse los dientes, lo cual gasta de 5 a 10 litros cada minuto; elegir la ducha en lugar de llenar la bañera, al suponer ésta un consumo de entre 100 y 150 litros más de agua, o no utilizar el inodoro como cubo de basura, ahorrando así de 6 a 12 litros de agua, podemos contribuir a reducir el consumo de este recurso tan necesario.  

Utilizar la lavadora y el lavavajillas con la carga completa y el programa adecuado pueden ayudarnos también a consumir un 40 por ciento menos de agua; regar las plantas y el jardín al anochecer y al amanecer y emplear para ello sistemas de riego automáticos, hará también que la totalidad del agua empleada se aproveche. 

EL 'DESAGÜE' DEL TRASVASE 

Pero en Castilla-La Mancha ese bien tan preciado no solo 'se escapa' a través del desagüe de nuestros hogares, sino también a través de las tuberías del trasvase. Las continuas transferencias de agua a otras regiones, tanto del Tajo como del Júcar, han contribuido a empeorar la situación provocada por la falta de lluvias

El pasado 30 de septiembre concluía el año hidrológico, el octavo más seco desde 1981, con los embalses de la cabecera del Tajo en una situación dramática. Con los peores datos de los últimos veinte años y a menos de un 10 por ciento de su capacidad. 

Una cabecera del Tajo masacrada por una continua demanda de agua sobre la que no se ha impuesto restricción alguna ni análisis de las consecuencias, y que ha llevado a que sus embalses acumulen hoy la mitad del volumen de agua que tenían el año pasado. En concreto, 223 hectómetros cúbicos, 200 menos de los que había entonces y de los cuales 150 se han 'marchado' por el 'desagüe' del trasvase. 

Expolio de un recurso que se ha venido empleando para satisfacer las necesidades de otras tierras, en lugar de las de los propios castellano-manchegos. Una situación que ha llevado al Gobierno de Emiliano García-Page a exigir con urgencia un pacto nacional en materia de agua, que evite que se mire siempre al mismo lado cuando haga falta agua en otras comunidades. 

Un pacto nacional por el agua que también debe servir para poner fin al trasvase Tajo-Segura. Desde Castilla-La Mancha existe disposición para llegar a un consenso, pero siempre que se contemplen unas premisas y no se impongan –como ha venido sucediendo hasta ahora- los intereses de una comunidad sobre otra. 

Entre las demandas regionales se encuentra el aumento de los caudales ecológicos mínimos del Tajo medio, así como el incremento de la cantidad de agua que pasa por las ciudades de Toledo y Talavera de la Reina. Otra petición será el aumento del agua embalsada en los pantanos de cabecera, de modo que los 400 hectómetros cúbicos establecidos actualmente para declarar al río no trasvasable, pasen a ser 900. 

Las impactantes imágenes de los embalses bajo mínimos, convertidos en lodo, no solo reflejan la escasez de precipitaciones, sino la escasez crónica y la sistemática sobreexplotación del agua. 

Y es que para poder garantizar un abastecimiento de agua en cantidad y calidad suficiente para todos es fundamental que también todos pongamos de nuestra parte. Hacer un uso responsable del agua, tanto en el hogar como en la industria o la agricultura, hará que las reservas destinadas a nuestras necesidades cotidianas nos permitan superar los periodos de escasez, siempre y cuando también se acompañe con una planificación hidrológica adaptada a la realidad del territorio. 

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