"Lejos, pero no indiferentes": la condena a la represión en Colombia se siente a ocho mil kilómetros de distancia

Toledo acogía este fin de semana protestas en las que colombianos residentes denunciaron las violaciones de derechos humanos del Gobierno uribista ante las protestas por su reforma tributaria. Ciudad Real y Albacete también realizaron concentraciones de repulsa.

TOLEDO.- La condena a la represión en Colombia se siente a 8.000 kilómetros de distancia. Toledo, la que fuera capital del Imperio durante los primeros años de la colonización española, ha escuchado el llanto unánime de unos ciudadanos que aún sufren el dolor y la impotencia causada por las "venas abiertas" de América Latina.

Más de un centenar de colombianos se concentraron el viernes en la plaza de Zocodover de la capital castellanomanchega para expresar su rechazo a las violaciones reiteradas de los derechos humanos que se están produciendo por parte de la Policía y las Fuerzas Armadas colombianas como respuesta a las protestas contra la reforma tributaria planteada por el presidente Iván Duque.

Repulsa contra la brutalidad que la ciudad de Toledo extendió al sábado, cuando se realizó una "jornada por la paz" en la que se soltaron globos blancos, y el domingo, día en el que se encendieron velas y se guardó un minuto de silencio en recuerdo de los muertos.

Cabe destacar que el polémico proyecto que ha desatado el descontento en Colombia fue presentado por el gobierno uribista el pasado mes de abril y habría supuesto un impacto negativo para las clases medias y bajas del país sudamericano. Entre los planes del Ejecutivo colombiano con su 'Ley de Solidaridad Sostenible' se encontraba aumentar de manera escalonada la base de contribuyentes que deberían pagar el impuesto a la renta, incluyendo para el 2023 a aquellas personas que tuvieran unos ingresos mensuales de 1,7 millones de pesos, el equivalente a 370 euros.

También se contemplaba extender el cobro del IVA, situado en el 19 por ciento, a los servicios públicos como el agua, el gas o los servicios funerarios a los estratos más pudientes. Aunque antes, la reforma tributaria vino precedida del anuncio del Ejecutivo de gravar productos básicos como la sal, el chocolate o el café, que acabó desestimando ante el rechazo ciudadano.

El 28 de abril, miles de colombianos salieron a la calle en su país para protestar contra la nueva reforma tributaria. Desde el Palacio de Nariño, sede presidencial del país caribeño, se decretó el toque de queda y se lanzó a las fuerzas militares para frenar las protestas. Lejos de de detenerse las concentraciones, se reactivó el paro nacional y se incrementaron las manifestaciones en las principales ciudades.

La reforma, que ya ha sido retirada del Congreso de la República y se ha saldado con la renuncia del ministro colombiano de Hacienda, solo ha sido el detonante de un descontento social que no ha parado de incrementarse desde que Iván Duque prometiera el cargo hace tres años. A esta se suma el incumplimiento sistemático de los acuerdos de paz firmados con las FARC-EP, el asesinato de 57 líderes sociales y activistas defensores de los derechos humanos o la muerte de 132 personas en masacres y "falsos positivos" solo en 2021.

Asimismo, hay que destacar la nefasta gestión de la pandemia del coronavirus, durante la cual se han contagiado casi tres millones de personas y en la que han fallecido 76.867 colombianos, según los datos oficiales. Los efectos económicos de la covid también se han notado, aumentando el desempleo hasta el 16 por ciento y la pobreza monetaria en el 42.5 por ciento.

La represión, ejercida con una enorme brutalidad por las fuerzas de seguridad colombianas, ha sido observada en todo el mundo gracias a la difusión de algunas celebridades latinoamericanas, como el cantante J Balvin o el puertorruqueño Residente. Además, organismos como Amnistía Internacional y la representación de las Naciones Unidas en Colombia han pedido que se "garantice el derecho a la protesta" y se respeten los derechos humanos.

La ONG 'Temblores' cifra en más de 900 las detenciones arbitrarias contra los manifestantes. Del mismo modo, se le atribuye a la fuerza pública hasta 37 asesinatos durante el paro nacional, así como once agresiones sexuales contra mujeres. Veintiocho personas habrían perdido un ojo por disparos de la Policía o de las Fuerzas Armadas.

Volviendo a la capital de la comunidad autónoma, en la concentración "pacífica" de este viernes se daban cita colombianos residentes en Toledo y en otras localidades próximas como Yuncos, Illescas y Numancia de la Sagra, además de algunos españoles preocupados por la situación que vive la nación sudamericana.

Concentración realizada el pasado viernes en Toledo. Fotos: Marcela Pedraza

Durante la jornada, se dio lectura de un "manifiesto por la vida" con el que los manifestantes condenaron "el abuso de la fuerza, asesinatos y violación de derechos humanos por parte del Gobierno de Colombia  a sus ciudadanos"; y pidieron a la Unión Europea y España que "se pronuncien y no permitan" que su país y sus gentes sigan siendo "víctimas de las injusticias".

Una de las organizadoras de la concentración, Marcela Pedraza, explicaba que la mayoría de los que han acudido a la Plaza de Zocodover no se conocían, pero han contactado entre ellos mediante redes sociales. Portando banderas tricolor y vistiendo camisetas la selección de fútbol colombiana, los asistentes mencionaron uno por uno los nombres de los ciudadanos asesinados presuntamente por las autoridades, seguido del grito "no está, la policía lo mató".

Esta colombiana, que lleva tres años residiendo en la capital regional, criticó que el gobierno de Iván Duque "no se quiera sentar a negociar" y lamentaba los asesinatos y heridos causados en los ochos días de manifestaciones "por la brutalidad policial".

También señaló que la comunidad colombiana, de algo más de 12.000 residentes en Castilla-La Mancha, es en su mayoría "gente que ha tenido que salir de Colombia por seguridad" y porque allí "no hay futuro" ni en materia de educación, ni en calidad de vida y salud.

La manifestación en Toledo es similar a las que se han llevado a cabo en las ciudades de Alicante, Salamanca y Madrid, esta última frente a la Puerta de Alcalá, y persigue mostrar su indignación por lo sucedido y "acompañar desde la distancia" a sus compatriotas.

Pero las críticas a la violencia policial del uribismo también se han podido notar en otras ciudades de la región. El pasado jueves, en el Recinto Ferial de Albacete, tuvo lugar una concentración convocada por la Asociación Cultural Aires de Colombia donde un numeroso grupo de colombianos mostró su solidaridad con sus compatriotas y guardó un minuto de silencio por los fallecidos.

Y el domingo, la Plaza Mayor de Ciudad Real contó con la presencia de un centenar de colombianos que entonaron el himno nacional de su país e hicieron lectura de un manifiesto donde se rechazaba la reforma tributaria, la violencia y las muertes.

Se cerraban así en Castilla-La Mancha unas jornadas que han buscado condenar firmemente la represión de una clase dirigente que gobierna desde torres de marfil y que ha mantenido durante más de medio siglo un conflicto que ha desangrado a los colombianos.

Como reza uno de los carteles que se emplearon en la manifestación en Toledo, estamos "lejos, pero no indiferentes".

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