"Tenemos a la España Vaciada hasta en la sopa" escuchaba (con la antena puesta) no hace mucho en una tertulia de bar; me dije, otros "sabios". Se dice que un español con un "cubata" en la mano sabe de todo.

No sólo no tenemos las mismas condiciones de acceso a los servicios públicos que el resto de los españoles, "¡que es porque vivimos en la sierra! ¿Quién va a venir aquí?" Decían esos sabios de los que hablaba al principio, "si es que sólo hay abuelos...", etc... una serie de clichés que están formando parte del imaginario colectivo de la poca población que hay en nuestros pueblos. Con esto me refiero a que dentro de la misma España Vaciada lo que hay también es una resistencia al cambio, no sea que nos quiten la "paz" que tenemos aquí...

Ser joven y emprendedor o emprendedora es una utopía; captar financiación para poner en marcha cualquier iniciativa empresarial es poco menos que una película de ciencia ficción; ser una persona mayor en cualquiera de nuestros pueblos es jugársela a que no te pase nada ya que tus familiares más cercanos con suerte están a una hora de ti y el hospital más cercano a otra hora. Ser habitante de cualquier pueblo de la provincia de Cuenca, o de otra provincia similar, ya es un enorme mérito contra la despoblación. Eso sí, pero que no nos vacilen.

No sé si es por las agrupaciones de electores, otrora llamados partidos provincialistas, que gracias a sus votos en el Congreso el actual Gobierno ha podido gobernar, valga la redundancia, o aprobar los Presupuestos Generales del Estado, entre otras cuestiones. No sé sabe muy bien a cambio de qué, o de cuánto, de ahí lo que he pasado a llamar la 'España vacilada'. Gracias a esos partidos y sus diputados por fin se ha podido visibilizar en los telediarios de mediodía a las provincias vaciadas de España. Encima hay que estar agradecido, pero es un signo de que los partidos políticos "de toda la vida democrática" empiezan a ser cuestionados de verdad y dejando palpable que en estas provincias son más que prescindibles.

Volviendo a la población que habita la 'España vacilada', en su gran mayoría son personas mayores, que dependen de otras personas o de recursos sociales, a veces, que no cubren sus necesidades por la falta de financiación privada o porque no son viables económica ni socialmente en el medio rural.

Los verdaderos recursos sociales del entorno rural son las familias, como institución que funciona protegiendo a sus miembros y manteniendo un tejido social "básico" para la pervivencia de la población. Es fundamental reforzar a las familias en ese papel, bien facilitando los medios públicos que sean necesarios, bien corrigiendo las desigualdades de vivir y de tener un proyecto de futuro en una zona despoblada y económicamente deprimida. Ojalá la reciente Ley 2/2021, de 7 de mayo, de Medidas Económicas, Sociales y Tributarias frente a la Despoblación y para el Desarrollo del Medio Rural en Castilla-La Mancha traiga las herramientas adecuadas (en forma de desarrollo normativo eficaz) y que no se quede en papel mojado.

Desde aquí quiero reflexionar sobre la importancia del trabajo social comunitario en los días que vivimos, estos días pandémicos y tan impersonales, llenos de videollamadas, reuniones en remoto, teletrabajo y citas previas, etc. Los trabajadores y trabajadoras sociales debemos volver a las calles, a las asociaciones, a las puertas de los domicilios, a los ayuntamientos, a las agrupaciones de vecinos, a cualquier sitio que implique la interacción de personas en su medio. Eso sí, con todas las medidas de seguridad y sanitarias, por supuesto.

La población rural es muy arraigada, tradicional, pero a la vez muy abierta, salvo los casos de los sabios y caciques que resisten ante cualquier injerencia externa o atisbo de desarrollo comunitario. Es ahí donde desde el trabajo social debemos centrar nuestra intervención en el medio rural, en el trabajo social comunitario; ser capaces de pilotar un auténtico empoderamiento social más allá de movimientos políticos de provincia.

El desarrollo del trabajo social comunitario es nuestra mejor baza para que esa población que ha decidido vivir en la 'España vacilada' deje de ser vacilada y empiece a tomar las riendas de su porvenir.