Entre libros, corzos y capeando el temporal, toda una vida ligada al bibliobús hasta llegar a ser su conductor

La historia de Fernando García, quien recuerda cómo de niño era un "acontecimiento" cuando la biblioteca pública móvil llegaba a su pueblo y ahora lleva 22 años recorriendo con una medio centenar de localidades de la provincia de Toledo.
Bibliobús de Castilla-La Mancha estacionado en Almoguera (Guadalajara). — ARCHIVO
photo_camera Bibliobús de Castilla-La Mancha estacionado en Almoguera (Guadalajara). — ARCHIVO

TOLEDO.- Fernando García lleva sus 45 años vinculado a los bibliobuses: de niño recuerda que era un "acontecimiento" cuando llegaba a su pueblo, Robledo del Mazo (Toledo), y ahora lleva 22 años conduciendo uno que va a medio centenar de pueblos. "Es un servicio muy bueno, que funciona muy bien y que hace mucho bien a los pueblos que no tienen nada", afirma.

En vísperas del Día del Bibliobús, que se conmemora en España cada 28 de enero, este conductor de bibliobús, vocacional, sabe la importancia de este servicio, porque él lo utilizaba en su pueblo ya de pequeño, defiende lo necesario que es en las zonas rurales. Es una persona extrovertida a quien le gusta "hablar con la gente". Los usuarios lo agradecen.

La red de bibliobuses de Castilla-La Mancha llega a unas trescientas localidades, tiene alrededor de 84.000 usuarios y dispone de ocho vehículos: tres en la provincia de Guadalajara, dos en la de Cuenca, uno en Albacete y dos en la provincia de Toledo.

Uno de los dos bibliobuses de Toledo es el que conduce Fernando García en las comarcas talaveranas de la Campana de Oropesa, La Jara y la Sierra de San Vicente; en concreto, doce rutas y unos 50 pueblos a los que llega cada tres semanas.

"He sido usuario desde pequeño, cuando iba al colegio en mi pueblo y llegaba el bibliobús. Me acuerdo que cuando venía, allá por los años 80, era un acontecimiento muy agradable para los niños, porque no había otras cosas. Hoy en día hay internet y juegos, pero en aquel momento no había nada más", recuerda este conductor que vivió en Robledo del Mazo hasta que se trasladó a Talavera de la Reina.

En la actualidad hay muchos pueblos sin colegios e incluso sin niños, y el servicio del bibliobús es, si cabe, más necesario, "y cuando llegamos cada tres semanas lo agradecen".

Un ejemplo es Piedraescrita, un pequeño pueblo al lado de Robledo del Mazo, donde apenas viven diez personas en invierno. Allí acaba la carretera pero hasta allí llega cada tres semanas Fernando con el bibliobús.

Defiende que es "un servicio muy básico, muy bueno, que funciona muy bien y que hace mucho bien en los pueblos que no tienen nada, porque en los pueblos pequeños no hay nada y el bibliobús es algo que no puede faltar. Lo he vivido de pequeño y lo vivo ahora".

En este sentido, anima a todos los que todavía no se "benefician" del bibliobús a que lo hagan, ya que, a su juicio, ahora se lee menos que años atrás, cuando no había internet ni redes sociales y a las seis de la tarde, en invierno, la opción era coger un libro y leer.

"Creo que la gente lee menos que antes. A lo mejor las cifras dicen lo contrario, pero yo creo que antes se leía más y que ahora se quedan con lo digital", indica.

La ruta diaria del bibliobús comienza a las 8 de la mañana cuando el vehículo, que lleva unos 3.500 libros, revistas, audiovisuales o música, sale de Talavera para acudir a los 4 ó 5 pueblos previstos.

Si hay colegio en el pueblo, primero va allí y atiende a los alumnos, y después aparca en la plaza para estar con el resto de vecinos, y rumbo a la siguiente localidad.

"Son muchos años conociendo a las mismas personas, al final se crea una relación", comenta García, y cuando algún usuario fallece lo lamentan, como ocurrió la semana pasada en Pelahustán, "porque los tienes aprecio. Aunque solo sea un ratito, entablas conversación con ellos".

PREFERENCIAS CULTURALES SEGÚN COMARCAS

El vínculo que se establece con quienes viven en el mundo rural también se traslada a sus preferencias culturales, porque "después de tantos años, uno conoce los gustos de la persona".

De hecho, Fernando García subraya que hay lecturas comunes a todos, como los bestseller, los premios Planeta o las revistas de salud. Pero luego hay gustos territorializados, y por esto en la Campana de Oropesa suelen demandar revistas de labores y en La Jara prefieren la caza. Y también es común pedir libros de autores cuando fallecen, como está sucediendo desde hace unas semanas con Almudena Grandes.

El conductor destaca otra particularidad que comparten los bibliobuses con las bibliotecas fijas, el usuario es mayoritariamente femenino. Aunque Fernando García asegura que después de la jubilación ya hay algunos hombres que se animan a acercarse al bibliobús.

ENTRE CORZOS Y LIBROS

Estar en ruta a diario también tiene otras singularidades, porque muchas veces se cruzan corzos y otros animales en la carretera y tienen que capear con la meteorología o con fallos informáticos.

Cuando llegó la pandemia el bibliobús no pudo llegar pero se puso en marcha un programa para que los usuarios recibieran, por correo, un paquete de libros que, cuando se activaron las rutas, fueron recogidos.

"Cuando volvimos a los pueblos, la gente tenía muchísimas ganas", afirma, aunque todavía hay "temor" al coronavirus en algunos lectores que, de momento, no han regresado para evitar contagios: "Creo yo que con el paso del tiempo volverán".

El del bibliobús es un trabajo en equipo y "creo que formamos un equipo bien engrasado", agrega citando a los compañeros de los servicios centrales y a la técnico de biblioteca que viaja con él a diario, María Conde.

Fernando García sigue siendo lector y antes de terminar la conversación apunta que le gustaría dejar reflejado que el bibliobús es "un buen servicio que se da a pueblos que, en muchos casos, no tienen otra cosa".

Comentarios