TOLEDO.- El camino de Santiago tiene tantas posibilidades como caminantes lo hacen, y en Castilla-La Mancha hay varios caminos estructurados, si bien uno de los más conocidos es la llamada Ruta de la Lana, al ser esta la que seguían los esquiladores en su trashumancia desde La Mancha hasta Burgos, capital comercial de esta materia prima durante los siglos XVI y XVII.
De hecho, este camino comienza en Alicante y termina en Burgos, donde se une al camino francés para llegar a Santiago, y cuenta con más de 675 kilómetros de los que en torno a 400 se desarrollan en Castilla-La Mancha, por zonas con un desnivel desde los 500 metros hasta más de 1.100 metros sobre el nivel del mar.
Esta Ruta de la Lana en Castilla-La Mancha atraviesa las provincias de Albacete y Cuenca, siendo el último de los tramos que discurren por la región el que transcurre por la provincia de Guadalajara, recorriendo un total de 125,7 kilómetros.
Cinco recorridos por tierras alcarreñas que empiezan desde Salmerón a Viana de Mondéjar (21,5 kilómetros), cuyo punto de partida está ubicado en un alto sobre la margen izquierda del río Valmediano. Una localidad en la que destacan su plaza mayor y su iglesia parroquial.
Lo curioso de la plaza de Salmerón es su forma triangular y el estilo castellano de los edificios que la rodean, entre los que están el ayuntamiento, soportales y una torre central; además del ábside de la iglesia que asoma a la plaza.
Viana de Mondéjar, inicio del segundo recorrido de 20,4 kilómetros que llega hasta Cifuentes, es una pedanía que vigila la comarca de Trillo conocida como el pueblo de las famosas 'Tetas', dos cerros gemelos que se han convertido en una enseña de La Alcarria.
En Viana destacan los restos de su castillo, que construyó en el siglo XV Pedro Núñez del Prado y del que queda en pie la puerta de ingreso de arco ojival prolongado hacia el interior en forma de bóveda apuntada, y la iglesia parroquial románica dedicada a Nuestra Señora de la Zarza.
Un total de 26 kilómetros tiene el tercer recorrido de la Ruta de la Lana por Guadalajara que va desde Cifuentes hasta Mandayona, el primero de ellos municipio emblemático de esta provincia que debe su nombre al asperjado de manantiales que origina el afluente del Tajo con el mismo nombre y que en su origen fue Cien Fuentes.
En Cifuentes, el peregrino puede disfrutar de su iglesia de san Salvador, con su portada románica dedicada al apóstol Santiago que combina los estilos románico, gótico, renacentista y barroco; y el convento de santo Domingo que alberga en la actualidad el Centro de Arte de santo Domingo y el Centro de Recepción de Visitantes de Cifuentes.
Sin duda, uno de sus mayores atractivos es su castillo, una fortaleza del siglo XIV en el alto de un cerro erigida por don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor; pero también sobresalen en Cifuentes la Casa de los Gallos y su plaza Mayor, ambas del siglo XVI.
El cuarto recorrido comienza en Mandayona y culmina en Atienza tras 35,8 kilómetros y su punto de partida se halla a la entrada del Parque Natural del Barranco del río Dulce.
En Mandayona es parada obligada un centro de interpretación que ofrece información sobre este entorno incluido en la Red Natura 2000, en el que pueden llevarse a cabo rutas de senderismo o ciclismo para todos los públicos que permiten ver bosques de encinas y quejigos así como barrancos desde donde avistar buitres leonados, águilas reales y halcones peregrinos, además de garzas y ánades reales desde las riberas.
Y Atienza es el último punto guadalajareño de la Ruta de la Lana, desde donde recorrer 22 kilómetros para llegar a Retortillo de Soria, ya en la región de Castilla y León, para seguir desde allí hasta Burgos y luego alcanzar Santiago.
Atienza tiene como mayor exponente su castillo, situado en la parte más alta del pueblo y que fue utilizado por celtíberos, árabes y cristianos y nombrado en obras literarias como El Cantar de Mío Cid.
Los peregrinos que pasan por Atienza se sienten atraídos por sus monumentos religiosos como el monasterio de san Francisco, del que solo se conserva el ábside, la iglesia de san Bartolomé del siglo XIII, la iglesia de santa María del Val, la iglesia de san Juan del Mercado y la iglesia de la Santísima Trinidad o santa María del Rey y su museo de arte religioso; pero también por obras civiles como la plaza del Trigo, la plaza de España o la fuente de los delfines.
