Un viaje en el tiempo a través de los restos arqueológicos y los yacimientos de Castilla-La Mancha

Las distintas civilizaciones que poblaron estas tierras dejaron una huella de la que hoy es posible disfrutar en los parques arqueológicos de la región.
Su ubicación estratégica y conexiones hicieron de Segóbriga el lugar ideal para que Roma desplegara su esplendor en la Meseta. - CULTURA CLM
photo_camera Su ubicación estratégica y conexiones hicieron de Segóbriga el lugar ideal para que Roma desplegara su esplendor en la Meseta. - CULTURA CLM

TOLEDO.- Conocer el pasado para interpretar el presente. Sumergirse en los restos de los diferentes pueblos que eligieron esta zona estratégica de la Península Ibérica para sus asentamientos y conquistas territoriales es una manera más de descubrir la historia.

Son auténticos museos al aire libre que invitan a indagar in situ cómo vivieron quienes habitaron estas tierras, qué elementos estructurales conformaban su día a día y cómo escribieron la historia en este territorio.

Castilla-La Mancha tiene la suerte de contar con yacimientos arqueológicos en las cinco provincias, en los que no solo ha sido importante su descubrimiento sino, sobre todo, el trabajo de conservación y mantenimiento a lo largo del tiempo.

Todos ellos están caracterizados por poseer bienes de interés cultural declarados, con categoría de zona arqueológica, de acuerdo a la legislación de Patrimonio Histórico; y unas condiciones medioambientales óptimas para la contemplación por parte del público interesado en visitar estos parques.

La existencia de estos restos arqueológicos en toda la comunidad autónoma es, sin duda, un foco de atracción turística que combina aprendizaje, historia, patrimonio y cultura en enclaves naturales dignos de ser visitados.

La provincia de Albacete cuenta con dos importantes parques arqueológicos como son el de Libisosa y el de Tolmo de Minateda. El primero de ellos, en la localidad de Lezuza, traslada al visitante a la Edad de Bronce y al embrión de lo que fue una colonia romana que dio nombre a este lugar, así como albergó un complejo defensivo religioso-militar en la Reconquista por su posición a más de 1.000 metros de altitud.

También en el Tolmo de Minateda, ubicado en un cerro a 550 metros de altura en el municipio albaceteño de Hellín, hay restos pertenecientes a la Edad de Bronce, aunque también de sus etapas ibérica, romana, visigótica e islámica.

Pero si es la época romana en cuestión a la que el visitante quiere acudir en este paseo por la historia, una de las mejores opciones es el parque arqueológico de Segóbriga, en el municipio conquense de Saelices.

Lo que en origen era un castro celtibérico, tras la conquista romana a principios del siglo II a.C. se convirtió en la ciudad romana de Segóbriga que hizo de capital de toda esta zona de la meseta y el inicio de la Celtiberia, por lo que los restos que se conservan son los de su teatro, con un amplio graderío, anfiteatro, circo, foro, termas y gimnasio.

Viajar desde el presente al imperio romano es posible también a través de la visita al parque arqueológico de Carranque, en la provincia de Toledo, una villa romana conocida arqueológicamente como el yacimiento de santa María de Abajo de Carranque.

Los hallazgos realizados en este yacimiento, a partir del año 1983, demuestran que surgió como centro de explotación de recursos agrícolas y después pasó a ser centro de poder en la época tardorromana, y las excavaciones y trabajos realizados han permitido sacar a la luz la Casa de Materno, de unos 1.000 metros cuadrados, con 20 habitaciones pavimentadas con mosaicos como el del dios Océano; o impresionantes columnas de mármol procedentes de Anatolia en Turquía.

Este recorrido por la historia antigua de Castilla-La Mancha lleva, de igual forma, a la época visigoda y a la andalusí, con el parque arqueológico de Recópolis y castillo musulmán de Zorita de los Canes -antes alcazaba-, en la provincia de Guadalajara.

Recópolis es todo un tesoro de la cultura visigoda, una ciudad que levantó el rey Leovigildo en el año 578 en honor a su hijo Recaredo, rodeada de muralla y en la que en su interior acoge restos de su basílica, su plaza o talleres artesanos.

Y en la provincia de Ciudad Real, cercano a la localidad de Poblete, el parque arqueológico de Alarcos devuelve a la Edad de Bronce y abarca hasta el final de la Edad Media en su visita al yacimiento Calatrava la Vieja.

Sobre el cerro que le da nombre, destaca su poblado ibero y la huella dejada por una de las batallas más famosas de la historia, la que en 1195 enfrentó a almohades y cristianos, al tiempo que entre sus murallas y torres albarranas de la ciudad islámica de Calatrava la Vieja, fundada en el período omeya con el nombre de Qal’at Rabah, y núcleo musulmán frente al Toledo cristinp, resuenan hoy día los ecos de la Reconquista, tras la que se convirtió en el lugar de fundación de la primera orden militar de España.

Además de estos parques arqueológicos, en los que sus centros de interpretación son la herramienta perfecta para su conocimiento, la región cuenta con otros muchos espacios donde se han hallado restos arqueológicos como los de la ciudad hispano-romana de Ercávica en Cañaveruelas (Cuenca), con termas, aljibes y parte de una basílica; o los de Valeria en esta misma provincia, una joya de la estructura hispano-romana; y las murallas, medina, casas y arrabales que dejó el dominio árabe en Ciudad de Vascos, en el término municipal del Navalmoralejo (Toledo).

Las minas romanas de Lapis Specularis en la provincia de Cuenca, el yacimiento de la villa romana de Noheda también en territorio conquense, el yacimiento arqueológico de Motilla del Azuer en Ciudad Real, el yacimiento de Guarrazar en Guadamur (Toledo), o el Ceremeño de la Edad de Hierro en Herrería (Guadalajara), forman parte también del amplio patrimonio arqueológico de Castilla-La Mancha.

Completan este listado el yacimiento de Castillejo del Bonete en la comarca de Campo de Montiel en Ciudad Real, el de Malamoneda en Hontanar y Santa María de Melque, ambos en la provincia de Toledo; la cueva de los Casares en Riba de Saelices (Guadalajara), el Cerro de las Cabezas en Valdepeñas (Ciudad Real) y el conjunto de arte rupestre de Villar del Humo, Nerpio, Fuencaliente y Alpera, en las provincias de Albacete, Cuenca y Ciudad Real.

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