TOLEDO.- Iglesias, palacios, capillas y claustros que hoy reciben la visita de miles de viajeros son solo una muestra de los grandes proyectos que protagonizó Alonso de Covarrubias, un hombre del Renacimiento pero a la vez vanguardista y adelantado a su tiempo.

El afamado arquitecto hizo de Castilla-La Mancha escenario de su obra y de sus avances arquitectónicos, no en vano nació en Torrijos (Toledo) en 1488, donde la Colegiata es su ópera prima y el inicio de una andadura profesional que le llevó a ser catalogado el arquitecto toledano más importante y uno de los principales del Renacimiento español.

Su impronta y su vida invitan a hacer una ruta por sus obras más emblemáticas y un recorrido por la arquitectura, la historia y el arte de la España del siglo XVI, con un claro punto de partida: la Colegiata de Torrijos, en la que un joven Alonso de Covarrubias trabajó junto a Antón y Enrique Egas tras el mandato de su construcción entre los años 1509 y 1518, con lo que ya ha cumplido 500 años de su primera misa el 3 de mayo de 2018.

Covarrubias siguió al lado de los hermanos Egas trabajando y formándose en su taller hasta el año 1526, período en el que se habla de una posible autoría de la portada y el patio principal del Hospital de Santa Cruz de Toledo, en cuya labor estuvo, en todo caso, a las órdenes de Enrique Egas.

A finales de los años 20, el arquitecto torrijeño comenzó a brillar con luz propia y fue entonces cuando les fueron aceptadas sus trazas para la capilla de los Reyes Nuevos de la Catedral de Toledo y para la portada de la iglesia de las santas Justa y Rufina.

En 1534, tras la muerte de su mentor, se convirtió en maestro mayor de la Catedral de Toledo y desde ese momento centró sus trabajos en la capital castellanomanchega. Aparte de la capilla de los Reyes Nuevos, también trabajó en la de san Juan Bautista y en la de la Torre, en la Puerta de los Leones y en la portada.

También se encargó en la capital castellanomanchega de la remodelación del monasterio de San Clemente y de terminar las obras de lo que hoy es el Museo de Santa Cruz, pero a partir de 1537, tras ser nombrado maestro de obras reales de Toledo, Madrid y Sevilla, participó en la remodelación del desaparecido Alcázar de Madrid donde en la actualidad se encuentra el Palacio Real.

En Toledo continuó su obra con la parte principal del Palacio Arzobispal y el claustro real o de los generales del convento de San Pedro Mártir, levantó el Hospital de san Juan Bautista, hoy conocido como Hospital Tavera, donde abandona los paradigmas góticos y platerescos y apuesta por el manierismo serliano con el esplendor arquitectónico de líneas y proporciones.

Su creación no tenía límites y, durante esos años, Covarrubias terminó la iglesia del monasterio jerónimo de santa Catalina, en Talavera de la Reina, y la de la Concepción Francisca de La Puebla de Montalbán, ambos en la provincia de Toledo y este último municipio muy cercano a su Torrijos natal.

La Puerta de Bisagra de Toledo, la sacristía de la iglesia de Almorox, la capilla mayor de la iglesia de san Román en la capital, la casa de don Diego López de Ayala de Casasbuenas, el Ayuntamiento y la parroquia de Illescas, la parroquia también de Corral de Almaguer y la torre de la de Olías del Rey, son otras de las intervenciones en la provincia toledana con sello de Covarrubias.

Participó, de igual modo, en la provincia de Toledo en la Colegiata de san Benito Abad de Yepes, en la parroquia de san Pedro de Novés, en el convento de santo Domingo en Ocaña, en la parroquia de san Pedro de Novés, en el convento de santo Domingo de Ocaña, en el Alcázar y en la sinagoga de Santa María La Blanca de Toledo.

Sin embargo, su ingenio artístico llegó a otros puntos de Castilla-La Mancha como a Guadalajara y su provincia, en concreto a la Catedral de Sigüenza, en la que se le atribuye la sacristía de las cabezas e incluso el altar de santa Librada, al convento de la Piedad o de doña Brianda de Mendoza y Luna en Guadalajara, al Palacio Ducal de Pastrana y el claustro del convento de san Bartolomé de Lupiana.

Covarrubias murió en el año 1570 pero los ecos del siglo XVI y de toda su obra siguen muy vigentes en la actualidad y son objeto de visita de cientos de turistas que llegan a Castilla-La Mancha.