Vistas inolvidables y panorámicas espectaculares, un recorrido en altura por Castilla-La Mancha

Campanarios, antiguos depósitos o a través de los ventanales de un torreón ofrecen al visitante la oportunidad de descubrir pueblos y ciudades desde otra perspectiva.
Desde la Torre Mirador del Agua se puede contemplar la ciudad de Albacete a 70 metros de altura.
photo_camera Desde la Torre Mirador del Agua se puede contemplar la ciudad de Albacete a 70 metros de altura.

TOLEDO.- Recorrer los pueblos y ciudades de Castilla-La Mancha permite a quien los visita contemplar monumentos, encontrarse con vestigios del pasado y proyectos del futuro, disfrutar de jardines históricos y descubrir nuevos rincones no siempre nombrados en las guías de viajes. Un recorrido a ras de suelo que, en algunos lugares, también es posible redondear con otros puntos de vista, acercándose al conjunto desde lo alto, y disfrutar así de vistas panorámicas, entramados urbanos que de otro modo sería imposible imaginar, caseríos extensos o llanuras inmensas en las que dejarse llevar.

Un recorrido por Castilla-La Mancha desde las alturas que bien podría comenzar en la capital conquense, donde son varios los lugares desde los que disfrutar de esta experiencia.

Uno de estos puntos es la iglesia de San Pedro, la más representativa de las parroquias conquenses, edificada sobre una antigua mezquita. Destaca el templo por su planta octogonal y el magnífico artesonado mudéjar que conserva, pero también por el campanario que se levanta adosado a ella.

Bien vale la pena subir los 87 escalones de su escalera de caracol para llegar a su cuerpo de campanas, desde donde se puede contemplar una excepcional vista del casco antiguo, con la Torre de Mangana, el Museo de las Ciencias y la catedral como protagonistas.

Como también espectacular es la vista de las dos hoces, la del Huécar y la del Júcar, de la que se puede disfrutar desde las murallas del barrio del Castillo.

Escasos son los restos que quedan de esta fortaleza, a lo largo de los siglos objeto de numerosas demoliciones y cambios de estructura, aunque algunas zonas se encuentran acondicionadas con unas escaleras abarandilladas a través de las cuales se puede acceder a la parte más alta de la muralla.

Allí espera al visitante un mirador que regala una de las mejores vistas de la ciudad. Del lado del Húecar se pueden contemplar desde este punto las Casas Colgadas y el puente de San Pablo; desde el otro extremo, la hoz del Júcar con sus conocidos Ojos de la Mora.

Otro punto clave para 'visitar' esta Ciudad Patrimonio de la Humanidad desde lo alto lo encontramos en el Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, desde cuya terraza también se puede disfrutar de una estupenda panorámica del centro histórico.

Por su parte en la otra ciudad reconocida con este título por la Unesco, Toledo, también podemos encontrar lugares singulares desde los que poderla contemplar a decenas de metros sobre el suelo.

Uno de los puntos desde los que disfrutar de una vista privilegiada del casco histórico de es la iglesia de los Jesuitas, el mayor templo barroco de la ciudad. Desde lo más alto de sus dos torres gemelas, que se levantan más de 50 metros sobre el caserío toledano, se ofrece al visitante una experiencia única.

Su ubicación, en uno de los puntos más altos de la ciudad, permite disfrutar desde sus campanarios de una magnífica panorámica, con la torre de la Catedral Primada en primer plano y un mar de tejados que acompañan la vista hacia el horizonte.

En la mirada del espectador se cruza aquí otro punto en el que poder contemplar la ciudad en altura, el Alcázar, cuya última planta alberga la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Allí, en uno de sus torreones, se encuentra ubicado uno de los 'miradores' privilegiados de la ciudad y del que se puede disfrutar sin necesidad de pagar entrada.

Y es que a través de los ventanales de su cafetería se puede admirar una de las vistas más espectaculares de la ciudad, descubriendo a quien contempla 'secretos' que esconde la ciudad y únicamente se pueden apreciar desde lo alto: los arbotantes y contrafuertes de la Catedral, la cubierta del Teatro de Rojas o las decenas de terrazas existentes en los tejados que pasan inadvertidas a ras de suelo.

Otra de las atalayas desde las que descubrir el territorio castellanomanchego desde un punto de vista poco habitual es el Museo Torre del Vino de Socuéllamos, en la provincia de Ciudad Real.

Ubicado en el edificio que albergaba la antigua estación del ferrocarril, símbolo del empuje económico que experimentó esta localidad manchega para dar el salto de una economía local la integración nacional e internacional.

Hoy su propuesta gira en torno al mundo del vino, desde su historia al cultivo, el proceso de vinificación, la cata, el maridaje, la comercialización o los eventos, sin perder de vista el diálogo con el territorio.

Y es que su torre-mirador, a la que se sube en ascensor panorámico, ofrece al visitante una experiencia inolvidable y la oportunidad de disfrutar de unas vistas únicas de la localidad y de la llanura manchega.

Por su parte en Albacete es la Torre Mirador del Agua la que ofrece la oportunidad de contemplar toda la ciudad a 70 metros de altura.

Este gran depósito de agua en altura es, desde hace más de 80 años, uno de los elementos clave del skyline albaceteño. Visible a kilómetros de distancia, este antiguo depósito de acumulación forma parte hoy del Centro de Interpretación del Agua de Albacete -ubicado en los depósitos de la Fiesta del Árbol- reconvertido en mirador desde el que disfrutar de unas espectaculares vistas de la capital albaceteña.

Vistas espectaculares, parorámicas difíciles de olvidar y una oportunidad para descubrir todo lo que tiene que ofrecer Castilla-La Mancha.

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