Otro proyecto de macrogranja hace saltar las alarmas en Cuenca: "Quién va a querer vivir en un pueblo que huele a mierda"

El colectivo conquense Pueblos Vivos llama a la movilización ciudadana contra esta explotación de casi 2.500 cerdos, que consumirá 10 millones de litros de agua cada año y producirá 5,4 millones de litros de purín, según estiman.
Exceso de vertidos de purines de macrogranjas en Yémeda (Cuenca). -PUEBLOS VIVOS CUENCA
photo_camera Exceso de vertidos de purines de macrogranjas en Yémeda (Cuenca). -PUEBLOS VIVOS CUENCA

CUENCA.- Nueva amenaza de macrogranja para la provincia de Cuenca. Una instalación proyectada entre Huete, Portalrubio y Villalba del Rey ha llevado a la asociación Pueblos Vivos de Cuenca a hacer una llamada a la movilización ciudadana para rechazarla por los efectos adversos de los que viene advirtiendo ante la proliferación de este tipo de proyectos en la zona.

En concreto, la nueva macrogranja se ubicaría en la zona norte del término municipal de Huete, en el límite con los términos de Villalba del Rey (a 5,5 kilómetros del pueblo), Portalrubio de Guadamejud (a 6,5 kilómetros del casco urbano), Tinajas y El Valle de Altomira. Además, se situaría a 241 metros al suroeste por Vallejo de Valdevicente del curso estacional del agua más próximo, a 628 metros al norte de Vallejo Grande y a 245 metros al noroeste del embalse de Buendía.

El proyecto que se está tramitando, cuyo promotor es Icpor Castilla-La Mancha, del grupo Incarlopsa, es para 2.496 cerdos de cebo a partir de 20 kilos y la explotación está planteada en una nave, un edificio de usos múltiples y una balsa exterior de almacenamiento de purines, lo que supone que en total el proyecto abarca 2.302 metros cuadrados.

Y es aquí donde viene el problema. Pueblos Vivos de Cuenca se apoya en las ratios técnicas habitualmente utilizadas y estima que la macrogranja consumirá 10 millones de litros de agua cada año, producirá 5,4 millones de litros de purín, lo que equivale a 1,6 piscinas olímpicas de purín al año, y se necesitarán 43 hectáreas de tierra de labor para esparcirlos.

Pero sobre todo, la asociación pone el foco en los malos olores y moscas que genera el purín y especialmente en que su vertido en exceso contamina con nitratos tierras y aguas subterráneas, algo que dice que "por desgracia" es lo frecuente en los pueblos con macrogranjas.

No es un fertilizante como muchos consideran, advierte el colectivo, porque en cantidades industriales lo que provoca es nitrificación de las aguas. Tanto es así que los análisis de nitratos en agua en muchos municipios arrojan una concentración superior a 50 mg/litro y provoca que el agua de boca no sea potable.

Todo ello supone una amenaza para el conjunto de actividades económicas y desde Pueblos Vivos de Cuenca se preguntan "quién va a querer vivir en un pueblo que huele a mierda y donde no se puede beber agua del grifo", así como avisa de que son granjas altamente mecanizadas y generan muy pocos puestos de trabajo y "por lo general, muy mal pagados".

No solo eso. También señalan que estas empresas deciden instalarse en pueblos pequeños y envejecidos, con poca movilización vecinal y sin ordenanzas que restrinjan el vertido de purines, y siguen el modelo llamado de 'integración' que consiste en arrendar granjas o llegar a un acuerdo con un ganadero local por el que la empresa le proporciona los lechones con 20 kilos, el pienso, la atención veterinaria y el compromiso de recogerlos cuando pesen 100 kilos.

Mientras tanto, el ganadero local se hipoteca por las instalaciones, pone la poca mano de obra necesaria y asume la gestión de purines y de los cadáveres de las bajas. En resumen: la empresa 'integradora' se queda con el producto (la carne) y deja al pequeño ganadero local con el "marrón" de los purines.

Ante toda esta situación, Pueblos Vivos de Cuenca recuerda que aunque la tramitación de impacto ambiental la realiza el Gobierno regional, los ayuntamientos tienen varias vías para bloquear la instalación de macrogranjas en sus municipios como denegar la licencia de actividad en base a informes técnicos que muestren los posibles efectos negativos sobre el turismo y la calidad del agua, o la suspensión de licencias para modificar el plan urbanístico y asegurar la preservación del medio ambiente.

Y además de la acción institucional, Pueblos Vivos de Cuenca pone el acento en que otros pueblos de esta provincia han conseguido la suspensión de proyectos de macrogranjas por la movilización vecinal, como ha ocurrido en Campillo de Altobuey, Quintanar del Rey, Mota del Cuervo o Cañete.

Ciudadanos que deben conocer los efectos nocivos de los nitratos en la salud humana, como señala un estudio de la doctora Ángela Prado, médico intensivista del Hospital General de Albacete, en el que afirma que las comunidades rurales localizadas a menos de dos kilómetros de instalaciones porcinas, podrían estar expuestas a niveles de amoniaco hasta 40 veces mayores que las concentraciones promedio en el medio ambiente.

Por todo ello, Pueblos Vivos de Cuenca insta a la ciudadanía a no quedarse sin hacer nada porque "de nada servirá quejarse de las consecuencias cuando sea demasiado tarde".

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