Hay una fuerte vinculación entre el Día del Orgullo Gay y los éxitos legislativos alcanzados en los últimos 20 años. Lo que no se ve, no existe. Al menos para la esfera pública. Y sobre lo que no existe en el espacio que todos compartimos es muy difícil poder crear leyes. Las normas y regulaciones son garantías para los ciudadanos. Esta es la unión que hay entre visibilizar una situación y conseguir legislarla y regularla dotando de derechos y obligaciones a las administraciones y a los ciudadanos implicados.

El Día del Orgullo es un día para la visibilidad LGTBIQ y aunque hay otros días para reclamar otros aspectos relacionados con la diversidad sexual éste tiene un carácter festivo y no por ello menos importante. El espacio público o se conquista por la fuerza o se gana por el respeto, el compromiso y la comprensión de la sociedad. Un espacio que ya no tiene puertas, pero en el que no debemos permitir que nadie ponga barreras.

El Día del Orgullo ha funcionado como una palanca legislativa que ha hecho y está haciendo avanzar la sociedad. Desde el Partido Socialista venimos desarrollando normas, leyes y protecciones relacionadas con la libertad y la diversidad. Junto a la actividad del partido hay otras personas que no son necesariamente socialistas, pero entienden y comparten la línea de conquista de derechos y libertades que mantiene el PSOE. Esto va de no poner etiquetas, y no queremos poner el apellido socialista estas políticas, pero tampoco queremos que caiga en el olvido los avances que se han conseguido gracias al PSOE, al denodado esfuerzo de las distintas secretarías LGTBI y al trabajo diario de Juventudes Socialistas.

Uno de los últimos ejemplos es la Ley de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI en Castilla-La Mancha. Una ley muy avanzada, orientada a la realidad sociocultural de la región y que incluye una perspectiva integral con aspectos como educación, economía, trabajo, relaciones con la administración, identidad, sanidad entre otros. Es una ley preparada para que ninguna identidad sexual, sea la que sea, vea en ella una cárcel de papel y una cadena a sus libertades. Una norma que prohíbe expresamente las terapias de conversión, impone un régimen sancionador y faculta a la Administración a actuar de oficio en ciertos supuestos. Una ley que, implícitamente, incluye ese principio socialista de que el Estado y la Administración tienen obligaciones con los más vulnerables y una responsabilidad con quienes no pueden acceder a determinados derechos.

Precisamente, ha sido este lunes cuando la futura Ley Trans ha sido aprobada por el Consejo de Ministros para ir en segunda vuelta al Congreso. Queda ahora que los representantes políticos debatan asuntos como el reconocimiento a las personas no binarias con la inclusión de una tercera casilla en el DNI o la autodeterminación de género y bajo qué situaciones. Las leyes a veces no son fáciles pero la obligación de los políticos es que respondan a las necesidades de la sociedad y de los ciudadanos: habrá ley, y será de las más avanzadas, no me cabe duda.

El Orgullo es un día muy inclusivo, porque seas como seas tienes derecho a sentirte orgulloso. Ha conseguido tanto éxito gracias a que personas cisgénero han entendido el sentido último de esta festividad y han participado de ella desde sus primeras ediciones en toda España. Gracias a esa diversidad y los éxitos para el colectivo gay, esta fiesta está sirviendo para dar visibilidad en primer lugar al colectivo trans y cada vez más a otras formas no normativas de concebir el género, la identidad, las relaciones y el amor.

El Día del Orgullo ha funcionado como impulsor legislativo que ha hecho avanzar la sociedad en derechos, pero los derechos nunca son 'a priori'. Este día marcado en el calendario, nos pide que lo visibilicemos hoy y luchemos por él 364 días más al año. Especialmente por el avance de la derecha que no sólo niega derechos, niega identidades; nos anula. Nos cuestionan con preguntas como "¿por qué orgullo?" Fácil. Lo contrario del orgullo es la vergüenza, y en la sociedad que queremos no hay hueco para la vergüenza ni para la humillación.