En unos días, los dos grandes sindicatos de este país estaremos juntos en las calles de Madrid en un capítulo más de las movilizaciones que, desde el verano, inciden en la necesidad de que las organizaciones empresariales que negocian cada convenio atiendan la necesidad de subir salarios para que los hombres y mujeres de este país puedan hacer frente a la difícil coyuntura actual en mejores condiciones.

No es la primera vez ni la última que desplegaremos la pancarta de 'Salario o conflicto', y quien siga las noticias de nuestra región habrá visto que hemos estado en cada una de las luchas de la gente trabajadora, en empresas y en sectores, para que se haga realidad algo que es de justicia: mejores salarios en una comunidad que históricamente ha sufrido sueldos bajos.

Comisiones Obreras hemos estado y estaremos en cada batalla, las últimas las de sectores como la Limpieza o el Calzado, y en muchas empresas particulares.

También hemos estado desde antes del verano en la reivindicación de decisiones políticas valientes para frenar la escalada de precios, movilizándonos en cada capital, aunque algunos en el lado empresarial parece que no se hayan enterado de la película. Es lo que tiene pisar poco la calle. Lo que nos encontramos en respuesta no es desde luego la actitud de responsabilidad patronal que venimos reclamando.

A quienes trabajamos en conseguir mejores condiciones materiales para la gente no nos sirve volver a escuchar que no es el momento de subir sueldos. A decir verdad, de ciertos espacios nunca oí nada distinto a lo de la moderación salarial, y así estamos, con un modelo productivo como el nuestro, con salarios bajos y más bajos, incapaces cada vez más de valer para hacer frente a los gastos mensuales de una casa.

Igual me habrán oído decirlo antes, pero el ejemplo es tan vergonzante que lo subrayo otra vez: los beneficios empresariales fueron responsables del 83,4% del aumento de los precios en los primeros meses de este año. Desde que este dato saliera a la luz no he encontrado un empresario que me lo haya sabido explicar. Quiero pensar que las pequeñas empresas, los pequeños negocios y muchos trabajadores por cuenta propia se encuentra también con esta realidad, rehenes de otras empresas que sí se permiten repercutir en sus precios cualquier impacto a sus suministros y gastos, rehenes de una espiral que, no nos olvidemos, es el sacrosanto libre mercado a toda marcha: los precios no los fija ninguna autoridad pública, ningún gobierno. Y tampoco pueden mover su salario sin más las personas trabajadoras: la vida sube, pero ellos no pueden decidir su precio, lo que cobran por cada hora trabajada.

Esa es tarea de la negociación en los convenios, es ahí donde está fallando la clase empresarial. Si frente a esa realidad las organizaciones patronales quieren seguir jugando al despiste, señalando a los sindicatos y tachándonos de iluminados, una cosa han de saber: no resuelven el problema. Si quieren encima señalar al Gobierno como culpable de todos los males, les digo lo mismo: No resuelven el problema.

Si en cambio quieren ayudar a resolverlo, es tiempo de subir salarios, y permitir que la gente no empiece a pensar qué sacrificios hace, a qué renuncia en su día a día: si dejar de cenar en su bar favorito una vez a la semana, si dejar de comprar la mitad de lo que compra, si ir de vacaciones una noche en vez de dos, si buscar por internet unos zapatos más baratos que los que puede comprar en la tienda de su barrio. En todas estas elecciones, el perdedor es siempre el mismo: la economía real, local y nacional.

El consumo que es clave para que la actividad de las empresas pueda mantenerse. Pierden las empresas, y pierden sus trabajadores y trabajadoras, y de este caballo de batalla que avalan los datos y nuestra historia reciente no nos va a bajar nadie.

No hay donde poner los pies fuera de esta tozuda realidad, por mucho que se empeñen algunos en volver a la misma receta de siempre. Si tener sueldos bajos fuera sinónimo de productividad, hace años que tendríamos a nuestras empresas en las primeras posiciones de Europa. Por supuesto, no es así.

Si alguien no ha entendido aún el tiempo que vivimos, que empiece a escuchar, porque mucha gente de esta región y este país no tiene tiempo para perder oyendo las excusas de siempre. Es tiempo de ofrecer soluciones, y las mesas de negociación son uno de los espacios para ello, aportando propuestas serias y responsables como las que CCOO ha llevado. Es lo que hacemos las organizaciones responsables, que saben leer el tiempo que viven y cómo mejorar la sociedad donde trabajan.