Ochenta y seis años después, Agustina entierra los restos de su padre ejecutado por el franquismo en Recas

Emocionada por haber llegado a vivir este momento y después de haber seguido a pie de fosa los trabajos de exhumación, la nonagenaria ha recibido los restos y objetos personales su padre, Florentino Recio.
Agustina Recio, de 93 años, ha recibido la urna con los restos de su padre, asesinado el 19 de noviembre de 1936. - ARMH
photo_camera Agustina Recio, de 93 años, ha recibido la urna con los restos de su padre, asesinado el 19 de noviembre de 1936. - ARMH

TOLEDO.- A solo unos meses de cumplir los 93 años, Agustina ha conseguido dar sepultura a los restos de su padre, Florentino Recio, asesinado en noviembre de 1936 por las tropas franquistas y enterrado desde entonces en una fosa situada a las afueras de la localidad toledana de Recas.

Ochenta y seis años después del asesinato, tras el proceso de exhumación e identificación de los restos llevado a cabo por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), esta nonagenaria ha podido enterrar en la tumba familiar los restos de su padre, por el que seguirá guardando luto -como ha hecho desde que fuera ejecutado- el resto de su vida, tal y como ha explicado. Una forma de seguir rindiendo homenaje a la memoria de su progenitor.

Visiblemente emocionada por haber llegado a vivir este momento, Agustina ha expicado lo duro que ha sido para ella todos estos años el "pasar por la carretera al lado de la fosa común donde estaba enterrado, sabiendo que él estaba ahí abajo".

Sin embargo, hace poco más de un año, veía cómo de la mano de la ARMH se emprendían los trabajos de exhumación. Unas labores que, pese al frío y la emoción, siguió a pie de fosa en noviembre de 2021, sin querer perder detalle del proceso de 'rescate' de los restos de su padre, a quien asesinaron cuando ella tenía solo cinco años.

Junto a la urna en la que han sido entregados a la familia los restos de Florentino, su hija ha recibido de manos de un voluntario de la ARMH un pequeño saco de tela en el que se encontraban algunos objetos personales que fueron recuperados en la exhumación, como una tabaquera de cuero o un mechero de pedernal. Objetos que, por deseo de Agustina, han sido también enterrados junto a la urna que contanía los restos identificados de su padre.

Un emotivo acto al que también han asistido otros familiares de Florentino, como su nieto Benedicto Sánchez, quien ha agradecido su empeño a los voluntarios y voluntarias de la ARMH que llevaron a cabo el trabajo realizado.

Por su parte el presidente de la asociación, Emilio Silva, ha tomado la palabra para subrayar cómo este sencillo acto en el cementerio de Recas "puede servirnos como una radiografía que nos explica todo un país". Asimismo ha lamentado que algo así siga ocurriendo en el año 2023 "sin la participación del Estado", por lo que ha reclamado la creacióhn de una institución que "atienda a las víctimas, las cuide y garantice sus derechos", porque "hay miles de personas que han muerto esperando a un Estado que nunca ha querido saber de ellas y no ha garantizado sus derechos".

Y es que, en el caso de Agustina, han sido 45 años de democracia los que ha tenido que esperar para poder recuperar los restos de su padre a quien el franquismo le arrebató siendo niña.

En la fosa común en la que fue exhumado Florentino Recio se encontraban además los cuerpos de Jerónimo Cedillo Zurita, Gabriel Zurita Martín, Juan Zurita Martín, Domingo Díaz, José María Barahona (o José María Seseña) y Pedro Díaz. Sin embargo, las pruebas de identificación genética están siendo complicadas debido al estado en el que se encontraban los restos, precisan desde la ARMH.

Los restos de estos siete hombres, a los que las tropas franquistas retuvieron durante dos días en el Ayuntamiento de Recas, con la supuesta intención de llevarles a declarar a Toledo, algo que sin embargo nunca llegó a ocurrir, siendo ejecutados a las afueras del pueblo aquel 19 de noviembre.

Durante más de ochenta años sus cuerpos han permanecido enterrados aquel paraje, conocido como Los Tintos, un antiguo olivar, en el que según el testimonio de Agustina, fueron las propias familias quienes inhumaron los cuerpos. Un testimonio que queda recogido en la ficha técnica de la exhumación elaborada por la ARMH, y según el cual habrían sido los familiares quienes cavaron la fosa con permiso del propietario entonces de los terrenos.

Un lugar que años después, ya entre las décadas de los 70 y los 90, era dignificado, construyéndose una especie de panteón que fue vallado, señalizando así el lugar en el que se encontraban los enterramientos. Una cruz, una escultura de la 'Piedad' y una placa con los nombres de todos ellos sirvieron durante años para rendirles ese pequeño reconocimiento al que años después, tras una minuciosa labor llevada a cabo por voluntarios de la ARMH permitía recuperar los cuerpos y comenzar a identificarlos para devolverles la dignidad que les fue arrebatada.

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