Opinión

Tactics will tear us apart (again)

Parte Uno. Los análisis.

Se nos presentan estos días hipótesis como conformando disyuntivas (“o fue esto o fue lo otro”) cuando, en realidad, es la lógica de composición de una multiplicidad de ellas lo que nos permitiría un debate real. Así no basta con “la confluencia”, ni con “el tipo de campaña de UP”, ni con “el discurso del miedo” de los adversarios, por sí mismos, para dirimir las causas del resultado. Por ejemplo:

A) El consenso demoscópico respecto al sorpasso, y su integración como dato para el diseño de la campaña de UP, explicaría la sensación subjetiva de no-riesgo para la incomparecencia individual de exvotantes de IU (la mitad de los votos perdidos) y exvotantes de Podemos (una parte, no menor, de la otra mitad), en período pre-vacacional. Que el grueso de estas deserciones reenvíe a ámbitos urbanos (grandes ciudades) abona el hecho de que dicha pérdida se ha producido más en relación con un perfil de votante políticamente movilizado que con otros perfiles. “Por un voto no parece que vaya a pasar nada sustancial…"

Un diseño de campaña que, contando con la consolidación de un segundo puesto, ha cargado las tintas, persiguiendo el voto en nuevos caladeros, en la sentimentalidad (Esperanza, etc.), los gestos (IKEA, etc.) y los “significantes flotantes” (patriotismo, etc.). Precisamente estos son los terrenos en donde se despliegan las tradicionales batallas identitarias entre las familias de las izquierdas (incluidas las de Podemos), batallas por las palabras, causas y símbolos: “…es que ciertas declaraciones y gestos resultan insultantes para mi sensibilidad”.

B) El Brexit (caídas en picado en los índices bursátiles, en la cotización de “campeones nacionales”, depreciaciones del euro y la libra, “nuevo Lehman Brothers”, “los referéndums los carga el diablo”, etc.) ha supuesto un eclipse informativo a dos días de las votaciones que ha operado como precipitante último del discurso del miedo, previamente alimentado por el resto de adversarios políticos. La magnitud, inesperada, de los trasvases de C’s y PSOE al PP y, en menor cuantía, de UP al PSOE, deben bastante a dicho acontecimiento inesperado. “Más vale lo malo conocido…”; “los experimentos con gaseosa”; etc.

Parte dos. Algunas inferencias.

Las comunidades (Cataluña y Euskal-Herria) donde históricamente la vertebración orgánica de la movilización política de la ciudadanía (en calidad de “miembros” de partidos, asociaciones, movimientos, etc.) está más avanzada resultan aquellas en las que esta deserción se ha minimizado: este dato resulta clave. Los problemas de UP remiten, en última instancia, al carácter aún embrionario, en términos organizativos, de la red que compone tanto la coalición como alguna de sus partes (Podemos en particular). Circunstancia que impide tanto a miembros activos como simpatizantes discriminar entre medios y objetivos: es decir, relativizar la valencia negativa de ciertas apuestas (tácticas) simbólicas en función de objetivos políticos (estratégicos) comunes.

Una organización madura cuenta con apuestas colectivas -medios- de carácter estratégico, en función de objetivos a largo plazo, con los que medir la mayor/menor adecuación de unas u otras apuestas tácticas -para la conquista de objetivos a corto plazo-. Únicamente contando con ambos y con su puesta en relación permanente se puede instituir, poco a poco, una cultura organizativa que disponga para la militancia activa no sólo de eslóganes, argumentarios y símbolos sino también de análisis, argumentos y razones. Esto supone la existencia de códigos e instrumentos relativamente diferentes (prosa) entre la militancia activa, en los órganos de deliberación y decisión, de aquellos (poética) que se emplean con simpatizantes y potenciales votantes. Por otro lado, únicamente entonces la poesía del marketing electoral (eslóganes, argumentarios y símbolos) puede preñarse progresivamente, también, de verdades ligadas con la prosa empleada por la militancia activa organizada (análisis, argumentos y razones) y hacerlo de manera capilar (en cada territorio). Así:

A) El hecho de que unas y otras bandas estén abonando un “debate” centrado exclusivamente en la corrección de los procedimientos (eslóganes, argumentarios y símbolos) empleados para un objetivo táctico (elecciones generales) demuestra hasta qué punto estamos aún lejos de todo ello. Máxime cuando dicho “debate” es utilizado, a su vez, tácticamente (¡!): para ganar posiciones en una nueva Asamblea Ciudadana Estatal cuyo aparente leitmotiv sería entonces dirimir quién, retrospectivamente, tenía razón… tácticamente hablando.

B) Para muchos resulta obvio que “Europa” constituye, precisamente, el campo de juego de la gran apuesta estratégica (a medio y largo plazo) del proyecto colectivo de Podemos. Apuesta que exigiría de análisis argumentos y razones para su discusión entre la militancia activa (lo que permitiría su traducción posterior en relatos para simpatizantes y votantes). El hecho de abandonar desde un principio la posibilidad de integrar en campaña el mismo (“España no es Grecia”, únicamente) así como la perplejidad, confusión y parálisis de gran parte de la militancia activa respecto del Brexit (sus sentidos, sus causas, sus consecuencias) resulta la prueba final de la inmadurez organizativa no resuelta en la que habitamos.

La única forma de trascender los intereses personales de parte (bandas) es obligándolos a traducirse, plegarse y dirimirse en función de objetivos políticos comunes a corto y largo plazo, los unos por los otros. Así, mirar hacia adelante supone entender la urgencia de pasar definitivamente del “carril corto” al “carril largo”. Pasar al “carril largo” implica (entre otras cosas) dejar de tratar a la militancia activa como menores de edad, sacando los datos, decisiones y deliberaciones políticamente significativos de los cenáculos, los pasillos o La Tuerka para integrarlos, también, en los órganos territoriales. Pasar al “carril largo” supone (entre otras cosas) dejar de alimentar el seguidismo ciego traducido en lealtades de carácter personal para empezar a exigirnos la elaboración colectiva de los análisis, argumentos y razones que tienen que empezar a ir sustituyendo, como pegamento organizativo de conjunto, la poesía de los medios electorales. Pasar al carril largo supone, en definitiva, empezar a atarse los cordones de una vez por todas.

De lo contrario la táctica nos desgarrará (de nuevo).

Jorge García, responsable del área de análisis social y político en el Consejo Ciudadano de Podemos Castilla-La Mancha

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