Jesús Cintora: "Algunos dicen que llueve cuando les mean, porque lo hace su partido; ese fanatismo nos impide avanzar"

ENTREVISTA | El periodista ha presentado en Toledo su último libro, en el que aborda cuestiones como la politización de la justicia o la impunidad del rey emérito, sin mirar hacia otro lado.
El periodista Jesús Cintora, en Toledo, momentos antes de presentar su último libro 'No quieren que lo sepas'.
photo_camera El periodista Jesús Cintora, en Toledo, momentos antes de presentar su último libro 'No quieren que lo sepas'.

Desigualdad, redes clientelares, puertas giratorias, el negocio de la guerra o el escándalo del rey emérito son algunos de los temas de actualidad que el periodista Jesús Cintora (Ágreda, 1977), aborda en su último libro. No quieren que lo sepas, publicado el pasado mes de marzo, intenta dar respuesta a una serie de preguntas que se plantea el autor, desde cómo es posible que algunas cosas no cambien a por qué se prefiere mirar hacia otro lado o eliminar al mensajero, antes de contar lo que ocurre.

Esas relaciones entre el poder y los poderosos, lo que ha sucedido y sucede en esos puntos de sombra en los que si se toca, muchos se ponen en guardia, son cuestiones sobre las que Cintora prefiere no pasar de puntillas, poniendo nombres y estableciendo relaciones; contando aquello de lo que no se habla o se habla poco, para que de este modo el lector "tenga el mensaje, lo lea y lo conozca, no para que eliminen al mensajero".

El periodista ha presentado su libro este miércoles en Toledo, en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, y con motivo de esta cita desde PeriódicoCLM le hemos entrevistado.

PREGUNTA: Titula su libro No quieren que lo sepas, pero en realidad buena parte de los testimonios que recoge son públicos (informaciones publicadas en medios, declaraciones en sede judicial, informes policiales…). ¿No quieren que lo sepamos o no lo queremos saber?

RESPUESTA: No quieren que lo sepas es un libro que tiene investigación, opinión propia, establece relaciones de acontecimientos y, sobre todo, tiene la valentía de contar lo que pasa. Para los poderes que juegan al despiste o que quieren al pueblo distraído, este libro es una mala noticia. Para los que quieran enterarse de quién mueve los hilos y por qué pretenden seguir haciéndolo, el libro creo que es muy recomendable.

P: Leyendo su libro, parece que todo forme parte de un gran entramado, una red diseñada a medida de unos cuantos (los nombres se repiten, las familias son las mismas, las conexiones,…) ¿Nadie se libra?

R: No creo en ninguna conspiración. No hay una reunión anual de todos los poderosos y deciden un plan maligno y perverso. Este libro no es ninguna película. Muestra que hay sectores que gozan de mayores privilegios y que eso pervierte la democracia. Creo firmemente en la regeneración, en que debemos avanzar, en que hay tapones incluso generacionales. Pienso que en lo troncal que mueve el Estado: monarquía, poder judicial, poderes económicos, política, medios o sistema del bienestar hay mucho por mejorar. Impunidad, desigualdades, censuras o empeoramiento de nuestra sanidad… No son casualidades.

P: Algo a lo que ha contribuido la connivencia de la comunicación, de los medios y de los periodistas. ¿Cuál cree que debe ser nuestro papel?

R: El periodismo es el oficio de contar lo que ocurre. Eso se pervierte cuando no se cuenta, cuando se mira hacia otro lado o se pasa de puntillas. A un rey emérito relacionado con la corrupción es más necesario preguntarle por esos asuntos turbios que por si va a navegar ese día. Creo que este ejemplo dice muchas cosas y lo hemos estado viendo estos días.

P: Uno de los temas que toca su libro es precisamente cómo el rey emérito ha salido impune de todo. ¿Cómo ha visto este regreso? ¿Una puesta en escena más?

R: Del emérito las explicaciones necesarias deberían ser ante un tribunal. No me vale si las da ante un micrófono, porque otras veces echó algún discurso y mintió. Explicarse hay que hacerlo ante la justicia y pedir perdón se hace cumpliendo la condena correspondiente. Lo demás, postureo y palabritas. Por cierto, para esa impunidad ha gozado de cobertura judicial y política. Y también hay sectores sociales que le van a seguir aplaudiendo haga lo que haga.

P: Son numerosos los casos de corrupción, de intercambio de favores, pero se siguen produciendo, a todos los niveles, y no hay reacción. ¿Cree que nos hemos instalado en la indiferencia? ¿Qué precio puede tener para la democracia?

R: Sinceramente, expresiones como 'a todos los niveles' o 'nadie se libra' no me gustan, porque no quiero generalizar. Los casos de corrupción o la impunidad son suficientes; que hemos visto son demasiados, eso sí, como para que la sociedad no pase, no tire la toalla o no crea que no hay nada que hacer. Los avances se logran empujando, con un pueblo activo, exigente, no rendido. A los malos siempre les convendrá que los buenos estén distraídos, claro. Por eso creo tanto en que la Educación es un pilar fundamental en una democracia. Y ahí tenemos mucho que avanzar.

P: Señala en su libro que además de las promesas, hay que pasar a la acción. Sin embargo, ni los nuevos partidos que decían llegar para regenerar la política y las instituciones han podido cambiar con la dinámica instalada, como se ve en su libro, desde el franquismo. ¿Qué cree que tiene que pasar para que cambie algo?

R: Ja, ja, ja. Lo de pasar a la acción lo dice Seguridad Social en una canción, yo no llamo a ningún levantamiento ni nada de eso. Como periodista simplemente he escrito un libro donde intento ser testigo de mi tiempo. Entre otras cosas, digo que creo más en la política de los hechos, que en la de los dichos. A los políticos hay que analizarlos más sobre la base de su gestión, que de las declaraciones del día a día. Un pueblo vive de lo que hagan, no de lo que digan. Con los partidos nuevos y con los viejos hay cosas que han ido mejorando y otras que siguen igual o han empeorado. Está en el libro. No hay voluntad de casarse con nadie, sino de poner al descubierto lo que pasa. Con todos.

P: Dice también en un momento de su relato que, a pesar de todo lo visto, "España seguía tragando". ¿Seguimos tragando hoy?

R: Yo acabo de hacerme un puré de calabacín con zanahoria y me lo he tomado a cucharaditas. Recomiendo tomar verduras. Pues España traga en unos aspectos y en otros no. Es evidente que si un rey emérito que tiene el dinero fuera de España vuelve para darse unos paseos en el Bribón y se ríe en tu cara, es porque hay una clientela que traga. O si el presidente de una eléctrica llama tontos a clientes por los que sigue ganando unos 40.000 euros al día, pues hay usuarios que lo permiten y siguen pagando su factura… Y como esas unas cuantas.

P: Comienza No quieren que lo sepas en su pueblo de Soria, recordando cómo éramos entonces, cómo se vivía y cuál era la percepción de lo que sucedía alrededor. Hoy, tras más de 40 años de democracia, los avances han sido muchos, también en el acceso a la información y las posibilidades de contrastar, de crearse una opinión propia. Sin embargo, como plantea, sigue primando esa 'futbolización' de la política, siempre defendiendo los colores propios. ¿No tenemos remedio?

R: En el libro cuento que me repatean aquellos incapaces de ver lo que hace mal el partido al que han votado. Lo comparo con algunos hinchas del fútbol, porque incluso viendo la repetición de la jugada, seguirían sin ver lo obvio. Ese fanatismo nos ciega, nos impide avanzar. Algunos dicen que llueve cuando les mean, porque lo hace su partido político. Pues allá ellos. Para que una sociedad avance es importante el sentido crítico, constructivo, no borreguil y ver también los errores propios y los puntos en común con los demás.

P: Por otra parte, apunta también que "difícilmente se puede construir si se edifica sobre cimientos tramposos", sin condenar el franquismo ni tener consenso en la reparación de las víctimas. ¿Ve posible que España arregle esas cuentas con el pasado?

R: En una democracia lo normal sería que los partidos se pusieran de acuerdo en una tarde para condenar un golpe de Estado, que trajo una Guerra Civil y las décadas de dictadura que le siguieron, también con sus miles de muertos, exiliados y torturados. No sé si algún día ocurrirá. Sí sé que ahora mismo sigue habiendo quienes todavía viven muy bien de la herencia del franquismo, mientras sigue habiendo víctimas que lo soportan o que incluso tienen a familiares en las cunetas.

P: Castilla-La Mancha también tiene su lugar en este libro, desde ser el lugar en el que quebró la primera caja, a las relaciones de su expresidenta regional con la corrupción, el espionaje; así como ser cuna de otros personajes que también aparecen citados en estos contextos como Sanz Roldán o Agustín Conde, o plaza en la que han desplegado sus medios algunos empresarios. ¿Se ha dejado a alguien en el relato?

R: Para alguien de Castilla-La Mancha, No quieren que lo sepas resulta muy interesante, por los vínculos entre banca, constructoras, energéticas, política, espías, aparatos parapoliciales… No falta de nada. Y es la realidad, nada de ciencia ficción. Afortunadamente, como en todos los sitios a los que voy, también hay gente honesta y mucho curro para sacar esta comunidad adelante. Hay aquí, además, un entorno natural, una cultura y un entorno muy recomendable. Vengo bastante, porque también tengo buenos amigos.

P: Termina el libro cerrando el círculo, volviendo a ese pueblo de Soria en el que creció y decidió que quería ser periodista, con una pregunta de su abuelo Vidal: '¿Qué vida llevas?'. ¿Qué vida lleva Jesús Cintora? ¿Tiene esa respuesta positiva que augura a sus lectores?

R: Tengo salud, que es lo más importante. No es ningún tópico. Del trabajo, que es lo más visible para el público, estoy encantado de estar en Toledo para firmar libros y, sobre todo, para que la gente pregunte en el acto del Alcázar. Me gusta mucho que el público levante la mano y haga preguntas, hacer después fotos y todas esas cosas. Ha habido programas de tele que nos han quitado, pero tenían buena audiencia, aunque no quieren que lo sepas. Es una anomalía más, pero mientras haya vida hay esperanza y ganas de seguir adelante.

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