Castilla-La Mancha nunca había envejecido tanto en un año, pero sigue siendo la quinta región más joven de España

Cuenca es la provincia con mayor envejecimiento entre su población, mientras que la más joven es Guadalajara.
En Castilla-La Mancha hay 123 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. | ARCHIVO
photo_camera En Castilla-La Mancha hay 123 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. | ARCHIVO

TOLEDO.- La evolución demográfica de los últimos años ha hecho que el envejecimiento sea una realidad más que palpable en la actualidad. Nacen menos niños y la esperanza de vida ha aumentado, dos factores que contribuyen a un mayor envejecimiento de la población.

Castilla-La Mancha ha experimentado este año 2022 un envejecimiento imparable hasta alcanzar una tasa de 123,6 que se traduce en 123 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16 años. Un crecimiento de 3,4 puntos porcentuales con respecto a 2021, año en el que dicha tasa se situó en 120,2.

Pero además, es el crecimiento interanual más grande de toda la serie histórica, por lo que Castilla-La Mancha nunca había envejecido tanto en un año. La diferencia es evidente, hace una década la tasa era de 106 mayores por cada 100 jóvenes.

Y en esta alta ratio en la región influye mucho la provincia de Cuenca, la más envejecida en lo que a población se refiere, con 171 mayores por cada centenar de jóvenes. Le siguen Ciudad Real, con una tasa de 139,8; Albacete, con 131,2; y Toledo, con 108,9. Guadalajara es la provincia más joven, por debajo de los 100, en concreto 98 mayores por cada cien menores.

A pesar de todo, la región castellanomanchega sigue siendo una de las más jóvenes de España, cuya ratio es de 133,5, ocupando la quinta posición entre las comunidades con la población más joven, solo superada por Madrid, Andalucía, Baleares y Murcia.

El alto grado de envejecimiento de la población, en general, es fruto de la confluencia de dos factores. Por un lado, la tasa de natalidad y, por otro, la esperanza de vida. En el primer caso, Castilla-La Mancha registró en el año 2021 la tasa de natalidad más baja de toda su historia, con 7,1 nacimientos por cada 1.000 mujeres, un 44 por ciento menos que una década atrás, ya que en 2011 nacían 10,2 niños por cada 1.000 mujeres.

Las dificultades económicas y laborales, los obstáculos a la hora de poder conciliar e incluso los efectos de la pandemia, a lo que se suman ahora la alta inflación y la crisis de precios derivada de la guerra en Ucrania, han llevado a muchas personas en los últimos años a plantearse tener hijos más adelante o ni siquiera tenerlos. Y eso ha influido, y mucho, en la tasa de natalidad tan baja.

También la mayor esperanza de vida contribuye a estos datos demográficos y aunque no ha cambiado mucho en los últimos años, en la región se sitúa en 83 años mientras que en el año 2000 estaba en 80.

Al final, toda esta crisis demográfica acaba impactando en la ratio de afiliados por pensionista, que en la comunidad castellanomanchega es del 1,88, lejos del 2,6 necesario para que desaparezca el déficit contributivo de la Seguridad Social.

Los efectos en el mercado laboral afloran igualmente y en este contexto se encuentra cada vez a más personas mayores de 55 años en búsqueda activa de empleo, enfrentándose a estereotipos o viéndose obligados a renovarse y reciclarse para no quedar estancados.

De hecho, el 19,6 por ciento de las personas que tienen o buscan un empleo en Castilla-La Mancha supera los 55 años, frente al 10,7 por ciento de hace una década. Una cifra que prácticamente se ha duplicado y que podría alcanzar más de un cuarto del total en 2030, un 26 por ciento.

Además, la crisis también en materia de empleo se ceba con este colectivo sénior, de manera que más de 27.000 personas de las que buscan trabajo en la región son mayores de 55 años y el 58 por ciento de ellas es desempleado de larga duración.

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