La arqueología sigue desenterrando el pasado del campo de concentración franquista que albergó Jadraque

Ubicada en el paraje Casa del Cura, esta instalación llegó a albergar hasta 5.000 prisioneros durante varias semanas en 1939, antes de su clausura.
Los trabajos han permitido identificar 49 estructuras y localizar numerosos restos.
photo_camera Los trabajos han permitido identificar 49 estructuras y localizar numerosos restos.

GUADALAJARA.- En la España de 1939 los campos de concentración eran más comunes de lo que se pueda pensar hoy, más de ochenta años después. Hacia el final de la guerra cerca del 4 por ciento de la población española se encontraba recluida en uno de ellos.

En la localidad alcarreña de Jadraque se ubicaba uno de estos campos de prisioneros que ahora está siendo 'redescubierto', en el paraje conocido como el de Casa del Guarda. Allí, este verano se ha llevado a cabo la segunda intervención arqueológica por parte de un equipo interdisciplinar, encabezado por Alfredo González Ruibal y Luis A. Ruiz Casero, que ha permitido sacar a la luz su pasado oscuro, como campo de concentración franquista, uno de los más importantes de la provincia de Guadalajara, aunque no el único, puesto que se han podido contabilizar al menos media docena de ellos.

Dos intervenciones arqueológicas en las que se han documentado 49 estructuras en este campo de prisioneros, la mayoría barracones semiexcavados en el suelo, en varios de los cuales se ha intervenido arqueológicamente.

Se ha podido constatar así que se trata de estructuras alargadas y medio enterradas que no tenían un techo consistente, puesto que no han quedado restos de ello, de ahí que los expertos consideren que podrían haber estado cubiertas simplemente por lonas, como se ha observado en otros casos.

Su interior no era menos precario, teniendo como suelo la propia tierra, de la que se ha recuperado gran cantidad de latas de conserva, de leche condensada y algunos huesos del escaso rancho que recibían los prisioneros.

Asimismo, la intervención arqueológica ha permitido comprobar cómo era a través de una serie de hogares excavados en las paredes cómo se trataba de calentar este amplio espacio.

Del mismo modo, se han podido documentar parte de las actividades a las que los prisioneros dedicaban su escaso tiempo libre, como por ejemplo la elaboración de tazas a partir de latas o la escritura de cartas, en la mayoría de los casos, para buscar avales que les permitieran salir del encierro.

Por otra parte, en las excavaciones se han documentado otras estructuras, de mejor factura, que estaban dedicadas al emplazamiento de puestos médicos y de vigilancia, en los que se ha localizado abundante munición sin disparar, elementos de uniformes, medicamentos y partes abandonadas de armas. Todo ello olvidado al término de la guerra, y enterrado junto a un episodio que existió y que ahora, gracias a estas intervenciones arqueológicas se puede visitar y aprender de él.

Una excavación promovida por el Instituto de Ciencias del Patrimonio, dependiente del CSIC, y que cuenta con financiación del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.

Trabajos de los que se congratulan desde el Ayuntamiento de Jadraque, así como de los descubrimientos realizados. "Conocíamos solo una pequeña parte de todo lo que está apareciendo; por eso nos han sorprendido los hallazgos", explica la teniente de alcalde, María Ángeles Moreno, quien subraya cómo esta iniciativa "nos ayuda a conocer mejor nuestra historia, en este caso para no repetirla, y mostrarla a quienes nos visiten".

Una Casa del Guarda que aparece por primera vez en documentos oficiales en julio de 1938, cuando llega al lugar la primera unidad de 'trabajadores prisioneros'. Un total de 305 personas que hicieron de este entorno su lugar de reclusión, mientras que alternaban intensas jornadas de trabajo con duras condiciones de descanso.

Un año antes se había creado la Inspección de Campos de Concentración de Prisioneros, con la que el sistema empezó a prever la clasificación y separación de opositores y desafectos en dos grupos. Por una parte, aquellos que habían sido acusados y juzgados por un delito; y por otros que, aun no habiendo sido juzgados, eran tenidos por 'desafectos' o 'afectos dudosos', los cuales pasaban a formar parte de los conocidos como 'batallones de trabajadores'. Una clasificación que determinaría la historia de la Casa del Guarda durante los años posteriores.

Trabajadores prisioneros se mantuvieron en este campamento de Jadraque durante el resto de meses que duró la guerra, alternándose distintos batallones, aunque siempre con unas pésimas condiciones, como relatan los testimonios dejados por algunos de sus presos.

Sin embargo, fue tras las caída del frente de Guadalajara, el 28 de marzo de 1939, cuando las numerosas rendiciones en el ejército republicano hicieron que la Casa del Guarda se convirtiera en un auténtico campo de concentración, como a él se refieren desde ese momento los documentos franquistas, llegando a albergar hasta 5.000 personas en sus barracones.

Una situación que se prolongó durante varias semanas, hasta que los prisioneros fueron trasladados a campos de concentración habilitados para ello, principalmente en tierras gallegas. El campo de concentración fue clausurado el 13 de abril de 1939.

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