Opinión

Interpretación de las encuestas y realidad electoral

Analizando los datos de las diferentes encuestas expongo más adelante una interpretación de las formaciones contendientes a la disputa de ganar el Gobierno en las próximas elecciones generales, ofreciendo posibles explicaciones y causas de los movimientos en las tendencias que reflejan a escasos meses de las elecciones.

Como punto de partida, se vislumbra un patrón común que se repite en todas las encuestas: la solidez del Partido Popular, el impulso del PSOE y el estancamiento/retroceso significativo de Podemos y Ciudadanos, aunque con resultados muy dispares atendiendo a quién o mejor dicho, para quién se elabora el sondeo. La incertidumbre no obstante, no es menor.

Para entender la lógica de las encuestas deben aclararse varios aspectos de las mismas:

Tienen una  función performativa. Es decir, crean opiniones y percepciones generalizadas que produzcan efectos sobre los individuos, afectando a la confianza que pueda brindar el electorado a los partidos políticos. De ahí la insistencia de informativos, redes sociales y programas de temática política en explotar reiterativamente esta variable debido a su inmediatez y su corta vida mediática.

Diseño y precisión técnica. Las elaboradas en por el CIS y el INE son las más rigurosas aunque también son imperfectas y contienen errores. El resto son realizadas por encuestadoras cuyos clientes son medios de comunicación y partidos políticos u organizaciones afines. El cliente paga para recibir un producto que le satisfaga, luego deben ajustarse a los intereses  que motivan su elaboración. Contienen preguntas formuladas de forma séptica, el tamaño de la muestra, el lugar y tiempo del día en que son realizadas es determinante para los resultados. Comparando sondeos, se exhibe gran variabilidad en los mismos pero no tiene que responder necesariamente en su totalidad a un cambio en el comportamiento del electorado. Debe atenderse a los márgenes de error.

Valoración de los líderes. Normalmente, este baremo indica la amenaza que representan para el partido del poder o al servicio e interés de quien contrata la encuesta: a mayor valoración, más inofensivo. El ejemplo más claro durante años es Rosa Díez.

Por otra parte, también se practica con las formaciones políticas si la exigencia atraviesa un camino que implique frenar y obstaculizar a otro adversario. Los partidos tradicionales, en tanto en cuanto son mayoritarios y más vínculo canales comunicacionales entre sí abogan por esta estrategia para mantener el statu quo.

 Miden las opiniones y percepciones del momento en que se llevan a cabo. Puede acontecer un hecho social que invierta fugazmente el sentido de la opinión pública cancelando parcialmente los datos obtenidos debido a la interferencia de variables externas no previstas o incluidas.

La “cocina”. Los criterios son distintos en función de la firma que la prepara pero atendiendo a las del CIS -contiene la mejor muestra y con un grado menor de errores- los datos procedentes de respuestas de personas que contestan “No sabe/no contesta” se utilizan para modificar los porcentajes de intención directa de voto a los partidos a partir de un ejercicio comparativo de las respuestas a las demás preguntas. Este método ayuda a corregir la precisión de la encuesta en términos de probabilidad, ante todo es un pronóstico, no existe una razón deus ex machina que garantice la producción de esos resultados.

Ante todo constituyen  la mejor herramienta y la más útil para la medición del comportamiento político y electoral, exhibiendo su evolución en una serie temporal.

Radiografía de las últimas tendencias y movimientos

Partido Popular (PP): Con un 28% de apoyo, la situación privilegiada del PP en estos momentos no está exenta de ironía y cinismo. La espiral que lo rodea sobre tramas de corrupción e imputación de altos cargos, fraude fiscal y financiación irregular o problemáticas y ruidosas políticas desarrolladas no es capaz de refuncionalizar la indignación ni de suscitar reacción necesaria para apartarlos del poder. A pesar de haber sido desposeído de ciudades-bastión como Madrid o Valencia y otras que había logrado afianzar, el desplazamiento del voto ha sido un movimiento corrector y de castigo, en especial en las pasadas elecciones municipales y autonómicas. La transición del discurso del sacrificio a la recuperación económica se revela sorprendentemente eficaz. Basta con ver que la repetición de una pequeña lista numerus clausus de datos macroeconómicos, subproducto de operaciones de ingeniería estadística, coadyuvan a  restaurar la confianza y estabilidad del PP, aunque esa información diste considerablemente de la realidad social y económica del país. El PP, es el partido político que ostenta una mayor cohesión interna e institucional así como lealtad electoral (apenas varía su porcentaje de voto en un 2% o 3%). Allende de ser el partido orgánico de los poderes económicos, tiene un ingente grado de penetración en el medio rural y en el ámbito generacional, sobre los mayores. Según datos del CIS, los perfiles por razón de condición socioeconómica con mayores porcentajes de simpatía y afinidad al PP se articulan en torno a los agricultores (58,3%), pensionistas y jubilados (27,4%) y personas trabajadoras domésticas sin remuneración (25,4%). Es complicado aventurarse a predefinir la posición definitiva del PP como resultado de las elecciones pero la tendencia muestra que es un adversario cuya resistencia es cuanto menos, colosal. En síntesis, un animal debilitado en la arena política pero tiene a su disposición medios eficaces para recuperarse y delimitar el terreno para desafiarlo. Disputarle la posición de poder descubre un camino más angosto del que cabría esperar.

Partido Socialista (PSOE): El repunte electoral hasta el 24,9% para el PSOE se produce en un escenario paradigmático: ha sufrido los peores resultados electorales de su historia en las elecciones municipales (700.000 votos menos) pero, sin embargo, gracias a la política de pactos ha sido capaz de articular una mayor acumulación de poder institucional, tomando posesión de Gobierno en 7 Comunidades Autónomas. Le ha valido críticas la estrategia de pactos adoptada, sin embargo, conectando con las Teorías de Juegos, se ha movido con astucia (no sabemos si conscientemente o no) planteándose soluciones a complicados dilemas que suponían una mayor trascendencia institucional para su aliado en estos territorios, Podemos, a la vez que un sabor agridulce para la formación morada por verse obligada a apoyar investidura y una mejora de imagen para los militantes tradicionales y puros de “izquierda del PSOE” que se habían desplazado a Podemos. Acto seguido, en aras de evitar la asunción de la “radicalización” o deriva al extremismo con que le acusaba el PP, aparece Pedro Sánchez laureado con una gigantesca bandera de España a las espaldas y esgrimiendo el discurso del reformismo y del centrismo  cívico del PSOE. Esta ambivalencia discursiva simultánea consistente en recuperar símbolos de la ortodoxia  y folclore izquierdista  y apelando a las clases medias y al moderantismo se debe a la posición que ocupa en la arquitectura de nuestro sistema político. El PSOE, como sabiamente señala Manolo Monereo, es el “Partido del régimen”, el sujeto protagonista de la Transición que define los contornos del sistema político resultante: es capaz de forjar alianzas y consensos sociales de mayorías, integrando a las clases medias y trabajadoras aunque lejano a ellas en un plano de estabilidad, basculando entre continuidad y cambio. Es quien ocupa la “centralidad del tablero” del régimen. Con respecto a últimas acciones como la destitución de Carmona de la portavocía del grupo socialista del Ayto. de Madrid, cabe posibilidad de  aumento de la inestabilidad interna del PSOE, falta de cohesión, cuestionamiento de liderazgo, proliferación de competidores carroñeros, entre otras cosas, que se traduzca en revés electoral. Afirmar esta cuestión conlleva un riesgo en el pronóstico muy elevado pero la figura de Carmona procuraba importante simpatía y estabilidad al PSOE gracias a su condición de personaje público, mediático, conocido y popular que proyecta una imagen de ciudadano de a pie, cercanía y proclive al diálogo. Ante todo, cautela.

PODEMOS

Los parámetros de medición de Podemos (15,7%) concluyen certezas a medias e incógnitas. Han conseguido sobreponerse y superar todo pronóstico y estimación practicado a partir de este sujeto experimental. Existe un descenso o bloqueo en la efervescencia de Podemos y su ruidosa irrupción en el mapa político que se puede explicar por varios factores:

El desgaste mediático y malinterpretaciones discursivas. El exceso de presencia en el espacio que posibilitó el fuerte ascenso de Podemos ha tenido un efecto boomerang y un agotamiento de sus interlocutores. Otro aditivo fulminante, la campaña obsesiva en contra de Podemos, producto de una maquinaria corporativa de medios que difundían y extendían noticias e información con rigor cuestionable e improntas muy marcadas, como se ha podido ver (desde Venezuela, pasando por ETA, las acusaciones de fraude a Íñigo Errejón y Monedero hasta Zapata y la web VO de Ahora Madrid). El objetivo no es debilitar a Podemos por su programa, su unidad de acción política o sus planteamientos sino desestabilizar, crear fracturas donde no existen e instalar en el imaginario colectivo fragmentos de sentido que produzcan rechazo hacia podemos. Incluso la genialidad y acierto desplegado en alterar la agenda política redefiniendo posiciones no ha sido completamente efectivo. La palabra “casta” para señalar el ellos, los responsables, el adversario, no ha sido entendida en el fondo que subyace al término. De ahí se abre una fisura que aprovechan los detractores para justificarse con la expresión “ya son casta”.

Estas reacciones y movimientos son predecibles desde las dinámicas del comportamiento político y electoral: debe contarse con los márgenes de voto flotante, el fenómeno fan que crea una tendencia en un periodo de tiempo determinado y la efectividad de la guerra sucia de información.

Crisis de identidad y fallido intento por desalojar la etiqueta de extrema izquierda.

Podemos pretende reconfigurar el tablero y construir una mayoría social desligándose del campo ideológico para moverse en el campo hegemónico. Desafortunadamente, los plazos castigan el proyecto de manera que, consecuencia de todo lo anterior, mientras en el Barómetro de octubre del CIS un 39,2% situaba a Podemos en la posición más inclinada a la izquierda, el último Barómetro indica que un 52% confirma su posición en este polo, pese a la moderación y reconducción del discurso. Los dispositivos a disposición de los sectores dominantes son letales en el terreno comunicacional para dirigir al receptor, la opinión pública.

No obstante, exhiben aptitudes, preparación y organización notable para resetear su estrategia en esta medio, readaptarse y reinventarse en su afán de construir una mayoría social que instituya una voluntad nacional-popular de cambio.

A escasos meses de las generales, el margen de maniobra se acotará a un terreno estrecho y de alta presión. Los movimientos serán vertiginosos y la conformación de posiciones se consolidará en contornos inestables y polarizados. La opinión pública ocupa un papel central en la definición de lealtades y contornos; por tanto su seducción es la meta final que determine cada victoria en la batalla.

Sistema de primarias y el asunto de la “confluencia”.

El diseño de la fórmula de primarias para elegir candidatos a presidencia de Gobierno y diputados/as en las Cortes Generales ha suscitado malestar y desavenencias con la cúpula de la formación. En Podemos conviven dos tensiones: construir desde abajo y construir desde arriba. No son incompatibles pero no es menos cierto que la concentración orgánica y el peso de una ejecutiva popular conduce o establece proximidades con el adversario con el que se compite por definir el orden, no ejerciéndose la labor de empoderar y conceder un rol activo a la base, vaciándose de contenido el mensaje de “cambio”.

Respecto de la confluencia, las grandes experiencias de las candidaturas de unidad popular en las elecciones municipales (partidos instrumentales sin vida orgánica) han despertado vehementemente el germen de la confluencia como idea para ganar las próximas elecciones generales que, junto al descontento referido al sistema de primarias, se ha reforzado aún más esta nueva cosmovisión. Es comprensible jugar y sopesar esta fórmula en pos de potenciar el cambio político, pero esta perspectiva construye un gigante con pies de barro por lógica electoral. La teoría del núcleo irradiador explica el por qué.

Ciudadanos (C’s)

La formación naranja obtiene en el barómetro del CIS un 11,1% escenificando un claro descenso de confianza y popularidad. ¿Qué explica el giro de un potencial sorpasso de C’s a Podemos como tercera fuerza a volver a la posición de hace unos meses cuando no era tan viral? Tres aspectos son útiles para analizar la evolución de la tendencia de C’s.

En primer lugar, abandona el ostracismo adoptando una estrategia televisiva de construcción de un personaje, una cara conocida, de su líder Albert Rivera. El perfil de Albert Rivera es capaz de seducir a los polos de contacto en el espacio entre los diferentes alineamientos ideológicos y del estrato de los despolitizados: joven, formal, simpático, retórica y oratoria aceptables y un discurso renovador, reformista y liberal. El punto de inflexión que determina su auge coincide con una deplorable situación para los dos grandes partidos y el desenfreno y frenético ritmo popular de Podemos. Era necesario pues explotar una alternativa con nueva imagen que pudiese disputar ese crecimiento a Podemos. La narración del fenómeno que envuelve a ciudadanos gira en torno al tratamiento mediático amable de su líder y la sobreestimación que los distintos medios y encuestas otorgaban a esta formación, no correspondiéndose estos datos con la realidad.

Primera toma de contacto: las expectativas electorales en los últimos comicios eran superiores a los resultados. Confirmación del descenso: la línea de pactos adoptada en Madrid y Andalucía, los contraataques que emanan de sectores conservadores afines al PP, etiqueta de partido bisagra y vinculación o cercanía al PP y grandes empresarios, regresión de votantes que optaron por C’s como voto de castigo al PP como principales rasgos .

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