La pobreza se recrudece entre los menores de Castilla-La Mancha, cuatro de cada diez viven en riesgo de exclusión social

En los últimos dos años esta situación se ha agravado más de un 10 por ciento entre los niños y adolescentes de la región, donde además alrededor de medio millón de personas viven con menos de 840 euros al mes.
Riesgo de pobreza y exclusión social por edades en Castilla-La Mancha. - PERIÓDICOCLM
photo_camera Riesgo de pobreza y exclusión social por edades en Castilla-La Mancha. - PERIÓDICOCLM

TOLEDO.- Cerca de cuatro de cada diez niños y adolescentes de Castilla-La Mancha se encuentran en situación de riesgo de pobreza, privación material severa o vive en hogares con intensidad de trabajo, siendo el grupo de edad de los menores de 18 años el que mayor incremento ha experimentado desde 2020.

Así se desprende de los datos contenidos en el XIII Informe 'El Estado de la Pobreza: Seguimiento de los Indicadores de la Agenda 2030 UE (2015-2022)' relativos a la comunidad autónoma que este miércoles ha presentado la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social de Castilla-La Mancha (EAPN-CLM), a través del cual se muestra una radiografía actualizada del impacto de la pobreza y la exclusión social en el conjunto del país y en la región.

En Castilla-La Mancha son 640.000 personas las que se encuentran en riesgo de pobreza, lo que supone el 31,6 por ciento de la población, casi un punto menos que el año anterior. Doce meses en los que unas 17.000 personas han dejado de estar en riesgo de pobreza o exclusión social, aunque todavía no se recupera la tendencia positiva que se registraba en 2019, y son alrededor de 535.000 personas las que viven con menos de 840 euros al mes.

Además, la región ocupa en 2022 el quinto lugar entre las comunidades con la tasa de pobreza más alta y el cuarto en privación material y social severa.

Un contexto en el que la tasa AROPE (pobreza y exclusión social) de niños y adolescentes se sitúa en el 38,9 por ciento, las más alta entre los grupos etarios, y que además supone un importante incremento respecto a los datos de 2021, concretamente aumenta un 5,8 por ciento, mientras que en comparación con el año anterior, ha crecido un 11,2 por ciento.

El informe refleja también cómo en 2022 la tasa de pobreza y vulnerabilidad social de las personas en hogares con menores se situó en el 35,5 por ciento, de nuevo por encima de la de aquellos hogares en los que no hay menores que es del 27,5 por ciento, y que muestra cómo las familias con hijas e hijos tienen mayor posibilidad de llegar y permanecer en una situación de vulnerabilidad social.

Pobreza que sigue afectando mayoritariamente a mujeres en la región, el 27 por ciento, frente a un 25,2 por ciento de hombres, situación de la que no exime el contar con un trabajo, puesto que una de cada seis personas que trabajan son pobres.

Según el informe, que ha sido presentado y analizado por el presidente de EAPN-CLM, Adolfo Patón, y el sociólogo y autor del documento Juan Carlos Llano, en 2022 Castilla-La Mancha ha disminuido su tasa de pobreza severa en 3,2 puntos, lo que supone una reducción del número de personas que viven en hogares con un ingreso máximo de 560 euros mensuales (8,7 por ciento), registrándose así el valor más bajo de los últimos trece años.

Un grupo con características especiales es el de la población pensionista. Gran parte de ella tiene la pensión como único ingreso, por lo que su situación de pobreza depende de las decisiones políticas ajenas a su acción personal, ya que la gran mayoría obtiene rentas que están determinadas por el importe de la pensión que reciben.

Así, de las 383.858 pensiones que se reciben en Castilla-La Mancha, un tercio recibe un importe inferior al mínimo considerado para no ser pobre (721 euros por catorce pagas), mientras que para el 10,5 por ciento del total, el importe de la pensión no supera el umbral de pobreza severa, fijado en 480 euros.

PEOR CALIDAD DE VIDA

Sin embargo, y pese a estas ligeras mejorías registradas en 2022, el informe también refleja cómo la calidad de vida de la ciudadanía se ha reducido. Y es que, por ejemplo, casi una de cada cinco personas no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada en invierno; y se ha duplicado el número de quienes no pueden comer carne, pollo o pescado al menos cada dos días (el 7,2 por ciento).

Tampoco tiene capacidad para cubrir gastos imprevistos el 36,7 por ciento de la población y cerca del 50 por ciento encuentra dificultades para poder llegar a fin de mes. Junto a ello, uno de cada diez no puede permitirse los gastos que conlleva mantener reuniones una vez al mes para hacer vida social y relacionarse con amigos o familiares.

Una brecha que se acentúa en las zonas rurales, donde la tasa de pobreza y exclusión alcanza el 36,4 por ciento, mientras que en las zonas urbanas es del 29 por ciento.

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