El cambio climático podría dejar 'seco' el trasvase en 50 años

  • La reducción entre un 68 y un 90 por ciento de las precipitaciones y las dificultades de regeneración natural de los embalses de la cabecera del Tajo, hará que se intensifiquen los periodos de 'trasvase cero' y que llegue un momento, en torno a 2070 según las proyecciones, en que no haya qué trasvasar.
  • Los investigadores alertan de que los efectos del cambio climático sobre el río Tajo, y en consecuencia sobre el trasvase, tendrán un gran impacto económico.

TOLEDO.- El punto y final del trasvase Tajo-Segura podría llegar no de la mano de una decisión política, como se viene reclamando desde años, sino por los efectos del cambio climático, que podría llegar a dejar 'seco' el canal que desde hace 40 años sirve para llevar agua -y riqueza- desde los embalses de Entrepeñas y Buendía hasta el Levante español.

Efectos del cambio climático sobre el trasvase recogidos en un estudio elaborado por los investigadores Francisco Pellicer Martínez, del Departamento de Ingeniería Civil de la Universidad Católica de Murcia (UCAM), y José Miguel Martínez Paz, del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad Regional de Murcia (UMU), publicado en diciembre en la revista Hydrology and Earth Systems Sciences, y en cuya elaboración han contado con el apoyo de la Fundación Séneca, Agencia de Ciencia y Tecnología de la Región de Murcia.

Un estudio del que se desprende que en veinte años serían mucho más frecuentes los periodos de trasvase cero, pero yendo unas décadas más allá, en torno al 2070, la situación sería aún más crítica puesto que según las proyecciones realizadas, ya no se podría realizar ningún trasvase.

Una investigación centrada en los cambios hidrológicos que experimentarían los embalses de la cabecera del Tajo para dos escenarios de cambio climático concretos -uno de estabilización y otro en el que las emisiones de CO2 fuesen muy elevadas- y cómo estos afectarían a los usos del trasvase en sí mismo y a las derivaciones de agua hacia la cuenca del Segura.

Una de las principales conclusiones a las que llega este estudio hace referencia a los efectos que el cambio climático tendría sobre el ciclo del agua. Efectos que pasarían por una considerable reducción de las precipitaciones en forma de nieve -entre un 68 y un 90 por ciento- y, por consiguiente, su menor acumulación en la cima de las montañas y la regeneración de los acuíferos, generando así una notable pérdida de la capacidad natural de regulación de los embalses de la cabecera del Tajo.

Algo que, advierten también los investigadores, no podría ser corregido con una nueva infraestructura, puesto que esta situación conllevaría además una significativa reducción de los recursos hídricos.

Además de esto, la hipotéticas derivaciones de agua que para entonces pudieran realizarse desde el Tajo hacia el Segura experimentarían una considerable disminución, si uno u otro escenario de cambio climático se cumplieran.

En este sentido, para la hipótesis de estabilización, la reducción de las aportaciones de agua posibles desde la cabecera del Tajo al Segura sería del 70 por ciento, mientras que en el peor escenario la disminución sería del 79 por ciento, en relación a la serie contemplada sin aplicar los efectos del cambio climático.

Considerables reducciones que, explican en las conclusiones del estudio, se traducirían directamente en pérdidas económicas de hasta el 20 por ciento para el regadío.

Pero más allá de esa disminución del volumen de agua que se podría derivar, advierten los investigadores que se intensificarían los periodos de 'trasvase cero', teniendo estos un gran impacto. Se incrementaría así la inseguridad sobre las posibilidades de acceso a este recurso, lo cual precisaría también de una adecuada planificación de los usos del agua en la cuenca receptora.

Conclusiones a las que llegan Pellicer y Martínez Paz tras un análisis pormenorizado de los datos, que consideran deberían servir de guía para realizar una evaluación del trasvase, así como una propuesta para la gestión del agua.

Un planteamiento que ya recogía el II Informe sobre Cambio Climático en Castilla-La Mancha, presentado el pasado otoño por parte del Gobierno regional, en el que se apuntaba cómo junto a la reducción de precipitaciones y el aumento de la presión humana sobre los recursos, el río Tajo no será capaz de mantener su ritmo de uso por parte de la sociedad.

De ahí que se plantease como algo necesario que la gestión para el río de cara al futuro pase por un enfoque integrado, donde se tengan en cuenta todos los factores y se busque el punto de equilibrio entre la importancia medioambiental, social y económica.

AUTORIZADO UN NUEVO TRASVASE

Pero ni la amenaza a medio plazo de los efectos del cambio climático ni la llegada del verano y la situación excepcional en la que ya se encuentran los embalses de cabecera, en nivel 3, han impedido que el Ministerio para la Transición Ecológica haya autorizado una nueva derivación de agua del Tajo al Segura de 20 hectómetros cúbicos, atendiendo a la propuesta realizada por la Comisión de Explotación.

Una decisión que recoge este martes el Boletín Oficial del Estado, que publica la orden ministerial por la que se autoriza el nuevo trasvase para este mes de mayo. Una autorización en la que también se recuerda que, según lo contemplado en la disposición adicional quinta del Memorándum por el que se regula el trasvase, debe asegurarse siempre al menos 7,5 hectómetros cúbicos al mes para los abastecimientos urbanos.

Asimismo desde el Ministerio se destaca que las reglas de explotación del trasvase aseguran que las demandas de la demarcación hidrográfica del Tajo estarán "completamente atendidas".

Por otra parte la orden señala que el Índice de Estado Global de la cuenca del Segura se mantiene en 'prealerta por sequía'. Una situación de falta de disponibilidad de agua, lo cual tiene una incidencia social y económica, la cual, precisa, se verá aliviada con la autorización de esta nueva derivación desde los embalses de la cabecera del Tajo.

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