El grito de socorro del Alto Tajo y su juventud salta a la gran pantalla en forma de corto

Pueblos ribereños que ven marcharse el agua rumbo a Levante mientras se abastecen con cisternas, la despoblación y el recuerdo aún muy vivo del trágico incendio que costó la vida a once miembros de un retén forestal, dan forma a 'Fuego al agua' de Albino Hernández.
Poster y fotogramas de 'Fuego al agua', el cortometraje de Albino Hernández. PeriódicoCLM
photo_camera Poster y fotogramas de 'Fuego al agua', el cortometraje de Albino Hernández. PeriódicoCLM

GUADALAJARA.- Este sábado, 17 de julio, se cumplen 16 años del devastador incendio de Riba de Saelices, que costó la vida a once miembros del retén forestal de Cogolludo y arrasó más de 17.000 hectáreas de bosque en el Alto Tajo. Una historia real que se convierte en el punto de partida de 'Fuego al agua', un cortometraje dirigido por el molinés Albino Hernández (1993), con el que se pretende alzar la voz sobre las dificultades a las que se enfrenta la juventud en un contexto muy específico como es el de la provincia de Guadalajara.

Un flashback de Floren -el protagonista del corto al que da vida Adrián Barriopedro-, que siendo niño asiste como espectador al trágico incendio en el Alto Tajo, se convierte en el latido interno que lleva a este joven a trabajar en el monte luchando contra los incendios.

Allí, junto a sus compañeros, todos ellos hastiados por el ostracismo, deciden cometer un acto desmesurado con el que llamar la atención de todo el país sobre el Alto Tajo, una zona en la que, paradójicamente, los pueblos situados al pie de los embalses de Entrepeñas y Buendía, en la cabecera del Tajo, se ven obligados a abastecerse con camiones cisterna al ser enviada el agua a Levante a través del trasvase.

Un cortometraje, cuyo preestreno tenía lugar el pasado fin de semana en los madrileños Cines Embajadores de la mano de YAQ Distribución, con el que se levanta la voz sobre el problema del agua que vive Castilla-La Mancha desde hace décadas, así como sobre los factores que impiden establecer un diálogo entre las regiones afectadas a ambos lados del trasvase Tajo-Segura.

De un lado los regantes levantinos, que ven cómo el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (SCRATS) les obliga a comprar el agua a otra región, cuando en sus propias fincas tienen fuentes y pozos para abastecerse, y existe la posibilidad de utilizar desaladoras para no depender del agua del trasvase.

Del otro lado la España vaciada, una comarca como la del Alto Tajo, que ve cómo uno de sus principales recursos se destina a un modelo agrario insostenible, al tiempo que merma las posibilidades de desarrollo del turismo interior.

Una situación que lleva al hastío a la juventud, que cansada de una situación perpetuada durante décadas, se ve empujada a emigrar, acelerando así el proceso de despoblación.

Abandono y precariedad con los que los personajes de este corto intentan sobrevivir, llevándoles a un punto extremo, del que es complicado salir.

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