Del riesgo a la autocombustión a tener 623 hectáreas inundadas: las Tablas de Daimiel recuperan un hilo de vida

Las aportaciones recibidas desde el río Gigüela tras las copiosas lluvias de mediados del mes de abril, han hecho que este espacio natural tenga más del 36 por ciento de su superficie encharcada, al inundar 180 hectáreas en apenas dos semanas.
Las Tablas de Daimiel tienen un tercio de su superficie inundada.
photo_camera Las Tablas de Daimiel tienen un tercio de su superficie inundada.

CIUDAD REAL.- Desde hace más de cuatro años el parque nacional de las Tablas de Daimiel no presentaba el aspecto que tiene hoy, con el 36 por ciento de su superficie encharcada.

En total 623 hectáreas de las 1.734 que tiene de superficie máxima encharcable, un cifra récord teniendo en cuenta los episodios vividos en los últimos años y la situación límite en la que se encontraba hace tan solo unos meses. En buena parte se lo debe a las aportaciones que está recibiendo procedentes del río Gigüela, responsables de la inundación de más de 180 hectáreas en apenas un par de semanas.

Y es que, tal y como recogía el último informe de situación elaborado por el Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas (CEDEX) para la comisión central de explotación del acueducto Tajo-Segura, a partir de los datos proporcionados por la Confederación Hidrográfica del Guadiana, a fecha 1 de abril la superficie inundada ascendía a 440 hectáreas.

Superficie encharcada que en solo unas semanas, tras las intensas lluvias registradas entre finales de marzo y a principios de mes, hacían que por el cauce del río Gigüela volviera a circular el agua y sus aportaciones comenzaran a llegar al parque nacional, haciéndolo de forma constante durante más de una veintena de días.

En concreto, la zona inundada corresponde con los tablazos centrales del parque. Un área que llevaba seca desde la primavera de 2018, y aunque todavía la inundación tiene poco calado, debido a la vegetación que ha brotado a causa de las lluvias y el aumento de las temperaturas, ha sido muy bien recibida.

La inundación de esta zona del parque nacional ha hecho que, al igual que el agua, también regresen a este punto algunas aves, como fumareles y pagazas. Especies a las que, cabe recordar, es posible observar en directo a través de una webcam instalada el pasado mes de febrero en la laguna permanente, a través de la cual se pueden contemplar numerosas especies ligadas al agua.

Y mientras que comienza a recuperarse la vida en estas zonas que habían permanecido secas en los últimos seis años, el río Gigüela sigue aportando agua al parque nacional.

Así, aunque el caudal de agua que circula por el río a su paso por Villafranca de los Caballeros, se ha ido reduciendo en los últimos días hasta 1,53 metros cúbicos por segundo, alcanzando un nivel de 0,53 metros; aguas abajo, en Herencia, se mantiene un caudal de 6,28 metros cúbicos por segundo, con un nivel de 1,39 metros.

De este modo, a través de este río siguen llegando al parque nacional 1,13 metros cúbicos por segundo, una situación que desde la Confederación Hidrográfica del Guadiana confían se mantenga todavía unos días.

Aunque estos más de 180 hectáreas encharcadas gracias al río Gigüela suponen un importante avance en la recuperación de Las Tablas, desde el parque nacional recuerdan que buena parte de la inundación de este espacio protegido, casi 400 hectáreas, ha sido posible gracias a la puesta en funcionamiento de la batería de sondeos de emergencia.

Una medida alternativa que fue activada en diciembre de 2023, con el objetivo de aportar 10 hectómetros cúbicos de agua al parque nacional y evitar la autocombustión de turbas que amenazaba con volver a producirse en cualquier momento, y que ya en 2009 afectó al parque.

Una actuación de urgencia que permitió que el parque nacional pasara de tener tan solo 22 hectáreas inundadas (el 1,3 por ciento del total) en el mes de noviembre, pasara al encharcamiento del 11,6 por ciento de la superficie, es decir, 202 hectáreas, gracias a la aportación de los pozos de sequía.

Una medida de emergencia que estuvo en marcha hasta el pasado 15 de abril, tan solo unos días antes de que el Gigüela comenzara a aportar agua al parque.

Y aunque lejos quedan las 1.400 hectáreas inundadas a comienzos de primavera que contempla como objetivo mínimo el plan rector del parque nacional y se está más cerca de las 600 hectáreas previstas para finales de verano, tanto las aportaciones realizadas a través de los pozos de sequía como las que ahora, de forma natural, están llegando a través del río Gigüela, hacen contemplar el futuro de las Tablas de Daimiel con algo más de optimismo que hace tan solo unos meses.

Mientras, el pasado mes de marzo, el Gobierno central y el Ejecutivo castellanomanchego comenzaban a buscar, en el seno de una comisión mixta, soluciones para la situación de escasez de recursos hídricos que afecta al parque nacional, con el objetivo de garantizar el mantenimiento de los sistemas naturales y los ciclos ecológicos necesarios para su subsistencia.

Medidas, apuntaban entonces, para las que se buscará el consenso con los usuarios del entorno, tratando así de garantizar que todas las actuaciones ambientales, económicas y sociales a aplicar, permitan la recuperación del acuífero de forma compatible con la viabilidad del sector agroalimentario en el Alto Guadiana.