Justicia poética casi 80 años después: el adiós a 50 fusilados por el franquismo en Guadalajara

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica rescata del olvido a medio centenar de represaliados con un emocionante reconocimiento en la capital alcarreña. Exhumados en el marco de la querella argentina, veinticinco cuerpos ya han sido entregados a sus familias y el resto siguen a la espera de identificación.

GUADALAJARA.- Las fosas comunes son terreno abonado para las metáforas: un proceso judicial es una puerta, un viaje en avión es el inicio de un viaje al centro de la tierra y una deuda pendiente con las víctimas de la dictadura es "un grillete que llevamos atado al tobillo de la democracia". También el propio camposanto de Guadalajara fue en realidad una sucursal del infierno y allí los pistoleros, que creyeron que arrojaban cuerpos vencidos, enterraron en realidad semillas. Este sábado germinaban en Guadalajara, durante un acto purificador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) en el que los familiares de 23 fusilados han recuperado los restos de sus seres queridos para darles digna sepultura, sumándose a los dos que ya lo habían hecho. El fruto fue un acto desbordado de poesía que culminó con un ‘Canto a la libertad’ de Labordeta que cada cual entonó con palmas, puños en alto y pelos como escarpias.

Francisca ha tenido que vivir casi 90 años para poder enterrar al fin a su padre, un jornalero de Valdeconcha, afiliado a la UGT y secretario del PCE de su pueblo que fue fusilado a los 49 años de edad. Ella, que en el verano de 1939 era tan pequeña que recuerda que cuando se lo llevaban sólo le pedía un caramelo, confesaba haber vivido este acto de homenaje y la entrega de los huesos con "angustia". Una zozobra que tal vez no cesase hasta la noche, cuando al fin los restos de Francisco de Llera reposaran dignamente en una lápida con su nombre y sus apellidos.

El trauma, en su caso, sigue vivo. "Nos dejó a seis hijas solas con la noche y el día, con una madre casi ciega, y en la calle porque la casa estaba inundada". ¿Es posible pasar página tras sufrir un trauma así si no se recupera el cuerpo del ser querido y se le da digno entierro? "No se puede, es muy duro dejarlo correr sin más".

Como Paca, los familiares de otros 23 fusilados en 1939 y 1940 recibieron este sábado los restos mortales, tras ser exhumados en 2016 y 2017 en el marco de la llamada querella argentina, que ha permitido desenterrar a 50 cuerpos de varias fosas del cementerio de Guadalajara e identificar genéticamente a la mitad de ellos. La otra mitad continúa todavía su pugna contra la desmemoria, buscando los familiares que los reclamen. Y son sólo una pequeña parte de los aproximadamente mil que se estima que hay enterrados en el cementerio alcarreño. Y una gota en un océano de sangre con 114.226 ejecutados en todo el país, según cálculos de la ARMH.

"EL TRIUNFO DEL RECUERDO, LA VIDA Y LA JUSTICIA"

El homenaje a estos 49 hombres y una mujer arrancaba en el complejo San José de Guadalajara a las doce y siete minutos. Siete minutos después de la hora acordada, casi ochenta años después de que para ellos despuntase el alba por última vez. Los restos desfilaban por el pasillo central de un salón de actos abarrotado mientras sonaba el violín del guadalajareño Nacho de Andrés. La primera metáfora era el sonido de este violín, que otorgaba al acto la solemnidad merecida de unos funerales en los que los únicos representantes institucionales eran políticos provinciales del PSOE, de Ahora Guadalajara y del Ayuntamiento de Sacedón, que se ha hecho cargo de algunos cuerpos sin reclamar para enterrarlos en el cementerio del pueblo alcarreño, y un alcalde independiente, el de Trijueque. 

La primera voz sobre el escenario tenía acento argentino. La abogada Ana Messuti recordó el proceso allí iniciado. Gracias al exhorto de la jueza María Servinise abrieron las fosas para buscar los huesos del sindicalista Timoteo Mendieta, culminando así la búsqueda infatigable de su hija Ascensión, la nonagenaria que se ha convertido en todo un símbolo de la lucha por la memoria histórica en nuestro país. Precisamente para esta anciana, que por fin enterró a su padre el pasado verano, fueron muchas de las palabras de agradecimiento escuchadas a lo largo de la mañana en Guadalajara. "Es el triunfo del recuerdo sobre el olvido, de la vida sobre la muerte y de la justicia sobre la injusticia", reivindica la letrada llegada del otro lado del océano.

Pero la mayor ovación de la mañana fue para otro extranjero, Henning Solhaoug, llegado en representación de Elogit, el sindicato noruego que ha colaborado financiando las exhumaciones. Un gesto que Guadalajara devolvía con el auditorio puesto en pie. El electricista de Oslo tomó la palabra para insistir en "la deuda inmensa ante quienes defendieron a la República y quienes perdieron la vida", denunciando "la impunidad de los criminales" y el resurgir del fascismo en el siglo XXI y reivindicando que "la memoria histórica es clave para la izquierda y para el pueblo en general en toda Europa".

Aunque la ARMH suele llevar a cabo siempre este tipo de actos públicos tras las exhumaciones, el de Guadalajara ha sido especialmente singular por "el número" elevado de los cuerpos recuperados, según remarca en conversación con el Periódico de Castilla-La Mancha el presidente de la ARMH, Emilio Silva, quien intervenía en el acto público para denunciar las políticas gubernamentales en materia de memoria histórica (ahí deslizó su metáfora, la de los grilletes en el tobillo de la democracia) y para criticar que "en este país unas víctimas [en alusión a las del terrorismo de ETA] duelen más que otras", las del franquismo.

Silva recuerda que estas exhumaciones han superado ya los 30.000 euros de coste y que los trabajos se financian con fondos de la asociación, además de donativos como los del sindicato noruego y del trabajo voluntario del Equipo Argentino de Arqueología Forense. De otros, en cambio, sólo puede expresar quejas: "el Ayuntamiento de Guadalajara no ha parado de poner dificultades y todavía tenemos pendiente qué ocurrirá con 2.000 euros que nos reclaman por la tasa de un servicio que no nos ha prestado", en relación precisamente a la información desvelada en diciembre de 2016 por PeriódicoCLM y el diario Público sobre la exhumación en el cementerio arriácense de Timoteo Mendieta y de los represaliados homenajeados este sábado.

LA VOZ DE LOS FAMILIARES

El acto fue un clamor constante contra la desmemoria y sus consecuencias: crímenes pendientes, silencios forzados, expolios de las propiedades... Eran los propios familiares quienes lo subrayaban una y otra vez en sus intervenciones: "Si dejamos de recordarles, si los olvidamos, desaparecerán" (Jesús, familiar de Alfonso Alonso Agudo). Hay "mil motivos para recordar y mil razones para no olvidar", cantaba Sonia Herrero, pariente de Vicente Espliego. Casi todos recurrían a las metáforas. Exhumar es una figura para al fin decir "volver a casa, al lugar del que nunca debieron salir" (María Ángeles, familia de Casto Mercado). Exhumar es también sinónimo de cerrar heridas, y no de abrirlas, porque "es tanta la emoción y la paz que produce que no puede haber lugar para odios ni rencores", insisten los familiares de Francisco de Llera.

Los muertos recuperados son por fin luceros que brillan en el cielo junto al resto de los seres queridos que ya no están, en palabras la joven Elena, familiar de Victoriano Díaz de Randa, con idéntico sentido lírico que Rosa Ortega, pariente de Vicente Espliego Andrés: "Abrimos las ventanas de las almas para que voléis libres y recuperéis esa paz que os arrebataron", insistía, consciente de que "no podemos cambiar el pasado, pero sí mirar el presente".

"La memoria es innegociable", aseguraba desde el escenario con voz imponente Juan Carlos Mestre, Premio Nacional de Poesía 2009, para quien el acto en Guadalajara "no es de consolación", sino un ejercicio de reparación "pendiente e irrenunciable" que "ha derogado la jurisprudencia del olvido", esa misma que durante más de 40 años de democracia ha prolongado la impunidad con los criminales que impuso el franquismo: "No ha habido justicia, ni piedad ni misericordia".

"La poesía ‑dice el poeta‑ cumple la tarea de que este mundo no sólo sea habitable para los imbéciles". La poesía, con su justicia necesariamente poética, está abriendo camino a "la reparación de un derecho, de un irrenunciable derecho, del primero: a la vida de los justos, de los inocentes, de los honestos y de los decentes".

Las fosas son lugares abonados para las metáforas, entre todas ellas las que convierten los hoyos cavados por los asesinos en lugares donde por supuesto se llora, pero también se charla, se canta y se enamora, como recordaba la también poeta Isabel Cadenas al expresar el homenaje a los voluntarios de las excavaciones, nombrados uno por uno. "Han llenado de vida el lugar donde solo había muerte".

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