Trabajos de excavación en el yacimiento de Peña Capón, en la provincia de Guadalajara. Foto: Luis Luque

GUADALAJARA.- Los primeros Homo sapiens llegaron a la península ibérica hace unos 43.000 años y lo hicieron por el norte, pero ¿cuándo se asentaron en la meseta? Un nuevo trabajo, llevado a cabo en la provincia de Guadalajara, aporta por primera vez pruebas de que la meseta fue ocupada de forma recurrente desde hace al menos 26.000 años, un proceso que se desarrolló a pesar de las extremas temperaturas al coincidir con la etapa más fría de la última glaciación.

Esta constatación choca con la interpretación asumida tradicionalmente que dibujaba una meseta despoblada -debido a las rigurosas condiciones climáticas y ambientales- durante la mayor parte del proceso de población y asentamiento de los primeros humanos modernos en la península desde el continente africano.

Los investigadores han obtenido sus conclusiones a partir de la datación -con diversas técnicas- de más de 30 muestras de hueso animal y el análisis paleoecológico de restos de polen, carbón y micromamíferos presentes en los sedimentos, así como del estudio de herramientas líticas y de fósiles de grandes faunas como ciervos, caballos o cabras abandonadas por cazadores-recolectores.

Todo ello hallado en sendas excavaciones, de 2015 y 2019, en Peña Capón, un yacimiento en Muriel-Tamajón (Guadalajara), que está bajo un pantano, de ahí que no todos los años se puedan hacer campañas.

Los resultados se publican en la revista 'Scientific Reports', en un artículo que lideran científicos de la Universidad de Alcalá y que aporta datos inéditos arqueológicos, geológicos, paleoecológicos y cronométricos que demuestran que el centro peninsular fue ocupado al menos desde hace 26.000 años a pesar de las condiciones climáticas.

Los humanos modernos, explica Manuel Alcaraz-Castaño, profesor de la Universidad de Alcalá y coordinador de esta investigación, llegaron a la península por el norte, hace unos 42.000/43.000 años; sobre esto existe un gran consenso y datos consolidados. Sin embargo, sobre lo que pasó después y cómo no hay unanimidad.

La clave de la discusión científica es que tradicionalmente se ha pensado que el centro peninsular estuvo despoblado hasta el final del último máximo glacial, hace aproximadamente 19.000 años.

El equipo de Alcaraz-Castaño quiso poner a prueba esta hipótesis al considerar que existía "un sesgo en la investigación", al haberse centrado esta más en las costas, donde por otro lado existe un número mayor de yacimientos, que en las tierras del interior.

"Nuestro trabajo demuestra que no solo no evitaron asentarse en el centro, sino que lo hicieron de forma recurrente en un período asociado a temperaturas con hasta 15 grados menos que ahora y a un ambiente árido y seco", señala el investigador, que subraya que los datos confirman la ocupación de sapiens más antigua del centro peninsular, más allá de algunas otras evidencias en los rebordes del oeste y el norte de la meseta.

Los datos permiten, por tanto, afirmar un modelo alternativo que se basa en que los primeros asentamientos de humanos modernos en la meseta ocurrieron precisamente durante el llamado 'Evento de Heinrich 2', el cual registró el momento de frío más intenso del último ciclo glaciar.

Estos resultados empujan a preguntarse, advierte Alcaraz-Castaño, qué impediría entonces a estos cazadores-recolectores asentarse en el interior desde el inicio del proceso, hace 42.000/43.000 años.

Si el máximo frío de la última glaciación no lo impidió, cabría pensar que los humanos modernos pudieron llegar incluso antes de lo que constata este estudio. De hecho, la hipótesis de este científico y su equipo es que los primeros grupos de Homo sapiens se acomodaron en la meseta hace al menos 35.000 años.

Pero esto, insiste, es solo una hipótesis, aunque asegura disponer ya, ellos y otros grupos, de datos preliminares que indican que pudieron llegar hace al menos unos 29.000/30.000 años. Ahora hay que corroborarlos y publicarlos, pero estos datos y el actual artículo permiten "ser optimistas" en cuanto a la localización de nuevas evidencias que acaben rellenando ese vacío de poblamiento desde comienzos del Paleolítico superior en el interior de Iberia.

La investigación se ha desarrollado en el marco del proyecto Multipaleoiberia, financiado por el Consejo Europeo de Investigación y coordinado desde la Universidad madrileña de Alcalá. Junto a Alcaraz-Castaño, las excavaciones también están dirigidas por el profesor José Javier Alcolea-González.