El último minero de Almadén y por qué la historia del yacimiento no debe caer en el olvido

En este reportaje conocemos y entrevistamos a Cándido Gil Araújo que, a sus cincuenta años, es el último minero de Almadén tras el cierre definitivo de las instalaciones en 2003. Nos acerca a esta joya de la Unesco con más de 2.300 años.

España, al igual que Castilla-La Mancha, debería sentirse orgullosa de tener en su territorio uno de los mayores tesoros que ha podido dar la historia. Las Minas de Almadén no son, ni de lejos, una simple mina antigua habilitada para ser visitada por miles de turistas al año, sino un yacimiento minero capaz de explicar a lo largo de sus veintitrés siglos de antigüedad las dinámicas económicas, políticas y las interrelaciones existentes en el contacto de diversas culturas que han excavado ‑romanos, visigodos, musulmanes, castellanos, italianos, alemanes, catalanes, franceses e ingleses‑ y el nefasto mundo de la esclavitud minera, un tema oscuro y triste que también se vivió en nuestro país hasta el último tercio del siglo XX.

Almadén forma un conjunto histórico y cultural compuesto por la mina, la Escuela de Minas, el Hospital minero y la cárcel, imposible de ver en otras zonas del mundo. Las Minas de Almadén, consideradas una de las más antiguas del mundo, donde hasta el día de hoy se ha extraído, nada más y nada menos, que la tercera parte de todo el cinabrio (mineral del que procede el mercurio) utilizado por el hombre. El 30 de junio de 2012 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, reconocimiento compartido por la Mina de Mercurio de Idrija en Eslovenia, ambas fundamentales en la Historia. Del mismo modo, la mina recientemente ha sido propuesta como 'Global Geosite', como Lugar de Interés geológico español de relevancia internacional.

HISTORIA DEL YACIMIENTO

Excavado desde época romana, allá por el siglo III a.C., según el relato del historiador griego Teofrasto, discípulo de Aristóteles, quien detalló en sus crónicas que el cinabrio que se obtenía de las Minas de Almadén era muy estimado. No quedándose ahí la cosa, se tiene constancia que las prospecciones prosiguieron durante la dominación musulmana en la Península Ibérica, cuyas excavaciones se tienen datadas del siglo VIII al XIII, al ser un mineral muy apreciado por el mundo islámico.

Pero tras la conquista de los reinos cristianos hacia el sur peninsular, la dominación de estas tierras quedó en manos de la Orden de Calatrava, que desde el siglo XIII, arrendó la explotación del mineral a genoveses y catalanes, siguiendo de igual manera durante los siglos XIV, XV y XVI. Sin embargo, en 1523 tras la creación del Consejo de Órdenes, todas las propiedades y bienes de las órdenes militares pasaron con perpetuidad a manos de la Corona.

Tras el descubrimiento del continente americano y su posterior conquista, las Minas de Almadén jugaron un papel imprescindible, ya que el mercurio era necesario para realizar la amalgama con la que extraer el oro y la plata de las minas americanas en posesión española, como era el caso de la Mina de Potosí (Perú) y la de Zacatecas (México). Para ello, aparecieron los llamados 'azogueros', buques de la época con los que transportar el mercurio desde el Puerto de Indias en Sevilla hasta el continente americano y de ahí a las minas.

En las minas de Almadén se tiene constancia del uso en trabajos forzados de población gitana durante siglos, quienes siendo discriminados eran detenidos injustamente "por andar en traje de gitano y hablar la lengua jerinzonza",  y ser considerados "vagabundos y mal entretenidos".

Fueron tantas las deudas que aglutinó la Corona Española en las guerras para mantener sus territorios en Europa, la corrupción y la nefasta administración, que durante los siglos XVI y XVII las minas fueron arrendadas a banqueros alemanes, los Függer, para amortizar la deuda de los préstamos concedidos a Carlos I para sufragar los gastos de su coronación como emperador. Fue con la explotación de los alemanes cuando aparecieron las primeras innovaciones técnicas y mejoras de la organización.

Tras el descenso de la producción por el agotamiento de la mina y el desconocimiento técnico para aumentar la prospección, en 1777 el rey Carlos III fundó la Escuela de Minas en Almadén, lo que supuso un importante despunte de la producción. Pero llegados al siglo XIX, las tensiones políticas y la conflictividad social dificultó la extracción del cinabrio, sufriendo ceses de la actividad muy prolongados y pérdida de eficiencia productiva.

No fue tras el fin de la Guerra Civil española y durante la dictadura franquista cuando en 1941 la mina adquirió el mayor punto de producción en su historia, fundamentalmente por la utilización de presos políticos. Tiempos en los que se volvió a abrir la 'galería de los forzados', un túnel que conectaba la mina con la cárcel de Almadén. Muchos de esos presos nunca llegaron a ver la luz del día, trabajando en pésimas condiciones, numerosos muertos por torturas, hambre o enfermedades relacionadas con la silicosis del cinabrio en sus celdas.

La producción comenzó a caer en picado en 1970 con la llamada crisis del mercurio, cuando el mercado de éste cayó estrepitosamente a nivel mundial, al mismo tiempo que se vivió la recesión económica de la Crisis del Petróleo de 1973, que afectó de lleno al municipio de Almadén. Las minas desde aquel año no levantaron cabeza, sometiéndose a su plantilla a periódicos EREs y el progresivo desmantelamiento de la actividad, a consecuencia de la dificultad de darle salida en los mercados.

Su cierre definitivo se producía en 2003, tanto de la extracción del cinabrio como del sector metalúrgico, encargado de convertir el cinabrio en mercurio en los altos hornos.

EL ÚLTIMO MINERO DE ALMADÉN

Para conocer de primera mano esta última etapa hemos entrevistado a Cándido Gil Araújo. Nació el 19 de enero de 1969, único varón de cuatro hermanos, en una familia de padre minero y madre lechera. Durante 28 años se ha dedicado a la minería, pasando de trabajar en un economato para mineros en Almadén, a hacerlo como minero en Burgos, Asturias, Galicia, volviendo a Almadén, Cartagena, La Rioja y, definitivamente, regresando a Almadén,  hasta que la llegada del ERE de 2001 desmanteló la explotación, y no pudo ser incluido debido a su corta edad, por lo que pasó a trabajar en otras minas.

También trabajó en el Centro Tecnológico de Descontaminación de Almadén, hasta que hace tres años pasó a ser el guía turístico de la Mina de Almadén y último minero en plantilla en activo, aunque con otra profesión. Soltero, amante de la cerveza y enamorado de la vida tranquila que le ofrece su Almadén querido y su trabajo.

ENTREVISTADOR. ¿Cómo era día a día de un trabajador de la mina?

CÁNDIDO. Lo primero que se tiene que saber es que no solo había un sector minero, sino también existía un sector metalúrgico. Mucha gente viene a la mina creyendo que aquí extraíamos mercurio de la roca, pero no es así. En Almadén se extrae un mineral llamado cinabrio y gracias a su quema por los trabajadores de la metalurgia se obtiene el mercurio.

La verdad es que el riesgo de intoxicación por mercurio o la vida bajo tierra es muy peligrosa, por lo que cuando yo trabajaba se establecían horarios reducidos de trabajo, pero también se cobraba muy poco, alrededor de los 1.000 euros al mes.

E. Como almadenense e hijo de padre minero, ¿qué recuerdas de tu infancia?

C. La vida de las familias en Almadén giraba alrededor de la mina. Recuerdo que salíamos del colegio y nos encerrábamos a cal y canto en nuestras casas, junto a nuestras madres y hermanos o hermanas, esperando a que nuestros padres saliesen con vida de las minas. Así todos los días. Eran una muestra de respeto familiar que se acataba en todas la casas, todos sabíamos que la profesión de la minería era un oficio peligroso. Un día podías entrar vivo a la mina y al día siguiente podía tener lugar una intoxicación, accidente laboral o un derrumbamiento. Todo era cuestión de suerte. Recuerdo que mi madre sabía cada uno de los sonidos de la 'becerra' (sirena de la mina) que avisaba a todo el pueblo de la hora de entrada a la mina, la hora de salida, si había algún derrumbamiento, accidentado, etc. Era el catecismo que toda familia sabía en Almadén.

También cuando éramos chicos, algunas veces, salíamos a los alrededores donde se vertían las aguas residuales, para recoger bolitas de mercurio que muchas familias tienen guardadas en botecitos de cristal en sus casas como recuerdo.

E. Nos comentas que tu padre fue minero, ¿cómo fue su vida?

C. La vida de un minero de Almadén ha sido siempre infravalorada. Los sueldos por aquella época eran muy bajos y siempre tenían que buscarse la forma de alimentar a la familia en otro oficio. Mi padre, siendo minero del cinabrio, también se dedicó al campo. Cuando tuvo algo de dinero compró un terreno en los alrededores del pueblo y unas vacas. Recuerdo que mis hermanas, mi madre y yo íbamos a ordeñarlas para poder vender la leche. Ahí entraba mi madre que, una vez ordeñadas, vendía la leche junto a mi tía por las casas del pueblo. De alguna manera tenían que ganarse el dinero, con los sueldos tan bajos que tenían los mineros.

E. ¿Recuerdas algo del encierro de 1984 en las minas de Almadén?

C. Por supuesto, mi padre era minero en aquella época. Los trabajadores de la mina pedían que se les subiera el sueldo y se les igualase al del resto de mineros de España. El sueldo de los mineros de Almadén nunca daba para sustentar una casa. Once mineros se encerraron en la planta 23 de la mina. Todas las familias del pueblo acampamos fuera. La mina era el motor económico de todo Almadén y era algo que implicaba a toda la población, por lo que hasta los niños no fueron esos días al colegio para estar junto a sus familias a las puertas de la mina. Me acuerdo que dormía junto a mi madre fuera de la mina, esperando a mi padre. Aún me viene a la memoria, como si fuese ayer, cuando salió mi padre con el resto de mineros. Al final ni mejoraron las condiciones de los mineros ni le subieron el sueldo, demasiadas promesas para que saliesen de la mina y, una vez fuera, todo se quedó en la foto y ya está.

E. ¿Recuerdas como fue el cierre definitivo de la mina?

C. Recuerdo que vino el Ministerio y autoridades con la intención de pegar el cerrojazo a la mina. Se convocó la asamblea con la empresa y sindicatos, pero a los trabajadores no se nos permitió ni abrir el pico. Incluso el Gobierno -entonces en manos del Partido Popular, con José María Aznar al frente- aludió a malformaciones de recién nacidos en los últimos años a causa del mercurio y eso fue mentira. Sólo quería meter miedo y echar el cierre; para ellos todo era malo y sobre todo, que no era rentable, y ya ni hablemos desde que la Unión Europea prohibió la comercialización de mercurio.

E.  Ahora que tanto se habla de EREs, ¿cómo fue el de 2001 en la mina?

C. El cese de la actividad de extracción del cinabrio fue en 2001, año en el que se hizo el ERE, pero siguió hasta 2002 para poner fin a la metalúrgica y quemar el mineral,  que quedó almacenado. En aquella época había unas doscientas y pico personas trabajando para la mina (directa o indirectamente). En el ERE hubo bajas incentivadas o prejubilaciones. Con las prejubilaciones ya tenías la vida solucionada después de tanto tiempo trabajando, pero con las bajas incentivadas una vez que se te acabase la indemnización no sabías dónde o cómo acabarías. Ya se habían hecho otros EREs antes, como en los años 80, que le tocó de lleno a mi padre, que después de años dedicándose a la mina y jugarse la vida le quedó una pensión muy baja, no era ni digno.

E. Otro tema de moda es el despoblamiento de las zonas rurales en toda la geografía española y, en particular, nos toca de lleno en Castilla-La Mancha. Almadén de tener 13.443 habitantes en 1960 ha pasado a tener 5.312 en 2019, una reducción de un 60%. Un éxodo rural desolador. ¿Qué opinas al respecto?

C. Da mucha pena, la verdad. Almadén ya no es lo que era. Recuerdo que cuando en la mina se trabajaba todos los comercios estaban abiertos y había mucha vida en el pueblo. Sobre todo se notaba en la cantidad de jóvenes que había antes. Pero ahora, los jóvenes se van a estudiar a universidades y no vuelven; aquí tampoco hay empleo especializado. Ni te cuento la cantidad de casas abandonadas que hay en el centro y por cualquier calle por la que pasees. Una vez que la mina cerró, todo el negocio que giraba alrededor desapareció, trabajadores, familias y jóvenes se fueron. Almadén se ha abandonado a su suerte.

Aquí se recurre a una frase muy común, se dice que "Almadén va a quedar como San Quintín". San Quintín está muy cerca de aquí, cerró una pequeña mina que había y quedó todo el pueblo abandonado y tapiado, muchas de las casas en ruinas. Da pena verlo y eso no lo quiero para Almadén. Yo me hubiese ido, pero ya soy muy grande. Tal vez cierta culpa la tengan nuestros antepasados, por no haber luchado lo suficiente. Nos acomodamos y nos conformamos con lo primero que nos dieron.

E. ¿Cree que hay alguna forma de revertir la situación de despoblamiento que vive Almadén?

C. No sé si la situación llegará a mejorar alguna vez. Lo primero que tendrían que hacer es traer más servicios y comunicaciones. La única conexión que tenemos es por carretera. Ni al Gobierno regional ni al nacional les interesó nunca crear empresas auxiliares en tiempos de la mina, ni tampoco transporte ferroviario de mercancías, ni de explotación. Ahora que no hay mina, menos infraestructuras nos van a traer. Tenemos un centro de especialidades que nunca ha llegado a funcionar completamente. La carrera de Ingeniería de Minas con la extensión de la Universidad de Castilla-La Mancha que tenemos, ya han hecho cuatro o cinco amagos de llevársela a Ciudad Real, a pesar de varias manifestaciones que hemos hecho en contra. Ya casi nadie quiere venir a estudiar y es la única oportunidad de traer jóvenes a Almadén. Solo decirte, que muchos de los estudiantes vienen de Guinea Ecuatorial, a través de becas para hacer relleno en carrera. Por supuesto que no funciona, pero tampoco es la solución quitar esta carrera con la historia minera que tiene Almadén, como tampoco la de Ingeniería Eléctrica ni la de Mecánica.

Invertir en energías renovables también podría ser una solución. Aquí hay mucho viento y poner molinos eólicos vendría 'de lujo' para producir electricidad. También hay mucho terreno para poner placas solares, con lo que podría haber más trabajo.

E. Tras la Cumbre del Clima de Madrid, el cambio climático es un tema que la Unión Europea parece tomarse en serio, tanto, que España plantea el cierre definitivo de las minas de carbón en nuestro país. Siguiendo la experiencia que tú y tus compañeros vivisteis con el cierre de la Mina de Almadén, ¿qué recomendación harías en el proceso de desmantelamiento de la minería del carbón?

C. Lo principal es no dejar a su suerte a los pueblos que se dediquen a la minería del carbón en Asturias y León. Lo último que hay que hacer es como pasó con Almadén con el mercurio. En un principio todos contentos con el ERE, pero simplemente acaba siendo "pan pa’ hoy y hambre pa’ mañana". El dinero de las indemnizaciones para los que no llegan a las prejubilaciones se acaba tarde o temprano. Los que se hayan prejubilado esa suerte que han tenido, pero los jóvenes sí tienen un serio problema. Cuando quitas el único motor de un pueblo, cortas de raíz toda la economía de la zona.

Lo que deben hacer en esos lugares donde quieren cerrar minas de carbón, cosa que no hicieron en Almadén en su día, es al mismo tiempo que cierran progresivamente la mina, ubicar nuevas empresas para que la población joven pueda encontrar otro empleo y no irse a otras zonas a encontrar trabajo. También existen planes de formación para desempleados de la minería o para jóvenes o desempleados de sectores auxiliares a la mina para que puedan formarse en otro empleo, crear su propia empresa o encontrar otro trabajo. Hay que buscar alguna forma de ver más opciones de empleo porque, al fin y al cabo, ningún minero quiere cerrar una mina, sino son los políticos, así que al cerrarlas nos deben dar la oportunidad de vivir de otra cosa que tenga futuro y no vaya a suponer un trabajo de dos años y al paro.

E. Tras la conversión del complejo minero en un centro turístico, reconocido internacionalmente como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ¿cómo valoras este cambio?

C. Ha sido una suerte, la verdad. La mina se podía haber quedado cerrada para siempre pero, por lo menos se le ha acabado dando un uso. Para mí no ha supuesto un cambio tan grande, antes acababa reventado, pero ahora como guía es coser y cantar. Es fácil porque no paro de contar mi vida como minero y lo que he vivido, y me gusta ¿sabes? Aún queda por restaurar muchas partes del complejo, pero lo más difícil es que tiene que haber una conexión privada entre el centro turístico, el Ayuntamiento y el sector privado. Apenas hay hoteles o restaurantes cerca, por lo que la gente que viene a ver las minas se viene con el bocadillo y, normalmente se va sin ver la Escuela de Mineros, el Hospital Minero de San Rafael ni la Plaza de toros hexagonal que tenemos, que es única. Además contamos con un campo muy bonito.

Está claro que tienen que hacer más actividades para que venga la gente, un bar en el complejo para que los visitantes puedan descansar y relajarse, además necesitamos un auditorio o sala para dar charlas o vídeos. Restaurarlo más es necesario, porque creo que Almadén no está sacando el provecho turístico a las minas que podría sacar. Aquí hay oportunidad de turismo de la mina, pero también de turismo rural.

E. Para concluir Cándido, como minero que has sido de este yacimiento, seguramente te lo conocerás al milímetro, ¿nos puedes contar algunos datos técnicos para quien las desee visitar?

C. Es una mina muy robusta, formada a partir de cuarzo y cuarcita, lo que asegura que no haya derrumbamientos ni problemas a la hora de excavar la roca para obtener el cinabrio. La profundidad excavada cambia según donde estemos, por un lado tienes el Pozo de San Joaquín, con 27 plantas y un total de 700 metros de profundidad, y por otro lado, el Pozo de San Teodoro, con 19 plantas y 520 metros de profundidad, que es el pozo por el que ahora se baja por el ascensor para acceder a la primera planta, la única abierta al público y donde se realiza la visita turística. El acceso al resto de plantas permanece cerrado y las galerías tapiadas, desde el momento que se abrió al público.

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