Miniaturas, setas, tambores o fauna filipina, los singulares museos que esconde Castilla-La Mancha

Más allá de las tradicionales colecciones relacionadas con el arte y las ciencias, a lo largo y ancho de la región pueden encontrarse originales e inesperadas propuestas.
El Museo de Miniaturas del Profesor Max se encuentra en la localidad alcarreña de Brihuega.
photo_camera El Museo de Miniaturas del Profesor Max se encuentra en la localidad alcarreña de Brihuega.

TOLEDO.- "Institución sin fines lucrativos, permanente, al servicio de la sociedad y de su desarrollo, abierta al público y dedicada a adquirir, conservar, investigar, comunicar y exponer el patrimonio material e inmaterial de la humanidad y su medio ambiente con fines de educación, estudio y recreo". Una definición de museo bajo la que tienen cabida múltiples propuestas, más allá de las que de forma automática nos vienen a la mente cuando hablamos de estos centros.

Museos que en Castilla-La Mancha son numerosos, muchos de ellos grandes desconocidos para el público y que por su singularidad, bien merecen una visita.

Uno de ellos lo encontramos en Brihuega (Guadalajara), donde se puede visitar el Museo de Miniaturas del Profesor Max. Una muestra de la amplia colección impulsada por la familia Elegido a lo largo de los últimos 80 años, en la que se puede admirar desde esculturas en chicle o el palo de una cerilla en el que hábilmente se encuentra tallada un ave, a un manuscrito en el canto de una tarjeta de visita, una copia de La última cena de Leonardo da Vinci pintada en un grano de arroz o las siete maravillas del mundo diseñadas en una lenteja.

Cientos de piezas que no dejan de sorprender al visitante que, convencido de que no es posible encontrarlo más pequeño, vuelve una y otra vez a encontrarse con una miniatura aún más increíble.

Y para los apasionados de las casas de muñecas, este museo briocense expone varias realizadas exclusivamente para el centro, decoradas con todo lujo de detalles y contando también entre ellas con la casita más pequeña del mundo.

Viajando a Cuenca nos encontramos con el Museo del Carro de Buendía. Casa Tercia, un antiguo pósito del siglo XVI alberga una colección formada por más de una docena de carruajes de diversos tipos.

Calesas, carros de lanza, de bueyes y hasta una diligencia que en su día cubrió la línea Madrid-Buendía se pueden contemplar en esta exposición, que se completa con fotografías históricas de la localidad.

Otra propuesta en este recorrido por colecciones singulares de la región tiene parada en Almagro (Ciudad Real), donde se encuentra el Museo Municipal de Encaje y Blonda. Ubicado en plena plaza Mayor pretende ser un reconocimiento público a esta labor artesanal tan arraigada durante cientos de años en esta localidad y algunos municipios del Campo de Calatrava.

El museo ofrece al visitante un paseo histórico por las diferentes técnicas del encaje de bolillos, una traidición artesanal que pasa de madres a hijas desde tiempo inmemoriables.

Se pueden admirar así velos, abanicos y pañuelos picaos, bretones, tensados, de medio punto o de la variedad guipur, con dibujos de flores y animales. Encajes con hilos de seda, lino o algodón, sin faltar en la colección las célebres mantillas de Almagro, piezas elaboradas desde el siglo XIX a nuestros días.

Otra sección de la muestra está dedicada a los utensilios con los que se elaboran estos delicados trabajos, entre almohadillas, picaos y bolillos , ofreciendo al visitante una fotografía completa de todo el proceso.

Y si lo que se busca son colecciones relacionadas con la tradición, es visita obligada el Museo del Tambor de Tobarra (Albacete), donde se ha mantenido su elaboración artesanal.

Las tamboradas de Semana Santa de los pueblos de la comarca han ido adquiriendo gran valor, y desde el año 1984, teniendo como punto de partida una donación privada, el Ayuntamiento tobarreño inició una colección con piezas procedentes de diversas partes del mundo.

La colección actual, ubicada en la antigua iglesia de la Purísima está formada por más de 50 tambores procedentes de cuatro continentes, entre los que se encuentra una amplia representación de los elaborados en la localidad, que muestran su evolución a lo largo del siglo XX.

Oficios artesanos como el que se presenta en el Museo de la Fragua de Huete, en la provincia de Cuenca. Un centro en el que se reproduce la fragua que se encontraba en este mismo lugar a principios del siglo XX, conservando tanto las estructuras como algunos utensilios y herramientas, entre las que se encuentra un fuelle inglés del siglo XIX.

En la planta baja el visitante se encuentra con el gran fuelle de cuero, el yunque y la hornacha, acompañados de herramientas como el tajador, tenazas y punteros.

Otro singular museo lo encontramos en la provincia de Toledo, concretamente en la localidad de Madridejos. Allí el antiguo convento de San Francisco alberga, desde 2008, el Museo del Azafrán y Etnográfico.

Un espacio en el que se hace un recorrido por el proceso de cultivo del oro rojo, desde la preparación de la tierra, la monda de la cebolla y la plantación, a la recogida y monda de la rosa, el tueste o su venta. Todo ello se completa con una muestra de sus usos gastronómicos y medicinales.

Pero en este museo, la parte etnográfica se dedica a desentrañar otras tradiciones de la zona, como la matanza, el arte de la alfarería y los bordados, o mostrar cómo era una escuela a mediados del siglo XX o una alcoba en el XVIII.

Piezas, muebles y objetos donados en su mayor parte por los vecinos y que han sido restaurados por la Asociación Cultural 'El Carpio'.

Otro producto que tiene su propio museo en tierras castellanomanchegas es el Lactarius deliciosus, más conocido como níscalo o robellón. Hongo que es el más apreciado y recolectado en la zona de Molinicos, en la provincia de Albacete, donde encontramos el Museo Micológico La Casa del Nízcalo.

Se trata del único museo relacionado con la micología existente en la región. Un lugar ideal para adentrarse en el mundo de los hongos y las setas, sus técnicas de recolección, cómo identificarlos o su cultivo.

Pero Castilla-La Mancha también tiene sus museos dedicados al diseño y la moda. Así en la provincia de Ciudad Real encontramos otro museo singular y poco conocido, al menos hasta las últimas Campanadas, cuando la presentadora Cristina Pedroche desveló cuál era su esperado modelo, una creación cedida para la ocasión por el Museo Manuel Piña de Manzanares.

Un centro dedicado al diseño, los tejidos y las técnicas del creador, que se emplaza en una cueva-bodega, la Casa de los Merino, hoy Centro Cultural 'Ciega de Manzanares'. Una casa solariega manchega del siglo XVI que conduce al visitante a través de la obra del diseñador, ofreciendo un recorrido por sus creaciones de los 80 y los 90, sus desfiles, colaboraciones e innovación.

A lo largo de este año se expone en una de sus salas el estilismo completo que lució Pedroche en las Campanadas, compuesto por el vestido diseñado por Manuel Piña para la colección primavera-verano 1991, una capa diseñada por BUJ Studio, así como los zapatos y el casco creados para la ocasión por Manuel Albarrán. Un estilismo creado bajo la dirección del también televisivo Josie.

Pero en este recorrido por los museos singulares de la región, también hay cabida para lo exótico, compartiendo eso sí edificio con el arte sacro.

Se trata del Museo de Historia Natural de Filipinas, conocido popularmente como Museo de Ciencias, que comparte claustro del convento del Carmen con el Museo Teresiano, en la localidad de Pastrana (Guadalajara).

Si la planta baja del claustro y la iglesia de convento están dedicados a Santa Teresa y San Juan de la Cruz, la parte superior alberga una amplia colección de fauna de las islas Filipinas. Conchas de moluscos de más de 1.500 especies distintas y más de 400 ejemplares de aves conforman esta colección, en la que también pueden contemplarse mamíferos, reptiles o corales.

Una colección que empezó a reunirse en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la labor del franciscano fray Marcelino Sánchez, misionero en Filipinas. Durante la insurrección y la guerra de 1898 en el archipiélago, el museo sufrió graves destrozos por lo que se decidió su traslado a España. Llegaron así los fondos al convento de Pastrana, donde permanecen desde hace más de un siglo.

En la provincia de Toledo, por su parte, se encuentra el Etnomuseo de los Pueblos de Siberia y Asia Central. Una iniciativa de la Fundación Carmen Arnau Muro, que en plenos Montes de Toledo, concretamente en la localidad de Las Ventas con Peña Aguilera, permite recorrer un poblado con viviendas a tamaño real de estas partes del mundo. Dentro de cada una de ellas el visitante encuentra los trajes, artesanía e instrumentos musicales de estos pueblos que habitan en la taiga, la tundra o la estepa.

Propuestas diversas y originales para recorrer y conocer la región también a través de la singularidad de sus museos.

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