Siete caminos para recorrer y descubrir La Mancha con el azafrán como hilo conductor

Entre los meses de octubre y noviembre florece la rosa del azafrán en los campos manchegos. Una ocasión ideal para visitar los pueblos azafraneros.
La rosa del azafrán teñirá de violeta los campos manchegos en apenas unas semanas.
photo_camera La rosa del azafrán teñirá de violeta los campos manchegos en apenas unas semanas.

TOLEDO.- En unas semanas los campos manchegos vivirán la floración del azafrán, tiñéndolos de violeta, que después darán paso a la recolección de la preciada especia. Un espectáculo para los sentidos ligado a la tradición y el territorio, al clima, la historia y el modo de vida de un territorio, el manchego.

La única especia amparada con una figura de calidad propia, la Denominación de Origen Protegida (DOP) Azafrán de La Mancha, que además de producto gastronómico se presenta como atractivo turístico, hilo conductor de un recorrido por sus zonas de producción, de la mano del proyecto impulsado por la asociación Caminos del Azafrán de La Mancha.

Siete itinerarios -seis de ellos en tierras manchegas- para descubrir estas localidades azafraneras, su patrimonio natural y arquitectónico, pero también para disfrutar de su gastronomía y adentrarse en la cultura de unos pueblos y sus gentes que, desde hace siglos, cultivan y elaboran con mimo este 'oro rojo' con denominación de origen.

La primera de las rutas propuestas es la que discurre de Albacete a Balazote, pasando por Lezuza. En esta zona son seis las empresas envasadoras acogidas a la DOP Azafrán de La Mancha, en cuyo entorno, además de visitar la capital albaceteña, se puede disfrutar, a principios del mes de noviembre, del Festival de la Rosa del Azafrán.

Una cita que ya supera la treintena de ediciones, y que supone para la pedanía de Santa Ana una ocasión para revivir las tradiciones de las tierra manchega, mediante cantos, bailes y con la propia recolección de la rosa del azafrán, su posterior monda y tueste.

Un recorrido que lleva también hasta Balazote, donde fue hallada la curiosa escultura íbera, de marcado carácter oriental, que ha dado nombre y fama a la villa, la 'Bicha de Balazote', datada entre los siglos V y IV a.C.

Un lugar de paso estratégico a lo largo de la historia, hoy entrada a la comarca de la Sierra de Alcaraz, desde cuyos cerros podrás contemplar una sorprendente vista de la llanura manchega.

Prosigue el camino hacia Lezuza, donde se puede visitar el parque arqueológico de Libisosa, donde dejaron sus huellas íberos y romanos, convirtiéndola estos últimos en una próspera colonia, que más tarde, ya tras la Reconquista, alojaría una complejo defensivo religioso-militar.

Punto y seguido en este primer camino, que invita a visitar también las cercanas localidades de Alcaraz y Munera.

El segundo camino guía los pasos del visitante de Alcalá del Júcar a Jorquera. Recorrido que comienza en un pueblo de cuento, con sus casas encaladas adaptándose al terreno y su diseño de calles estrechas y empinadas.

Por su parte en Jorquera espera a quien se adentre en esta ruta una espectacular vista panorámica del meandro del Júcar, el contraste del cerro sobre el que se asienta el pueblo con el verde del valle y los cortados de 200 metros de altura.

En el entorno de estas localidades azafraneras, poblaciones como Carcelén, donde merece la pena visitar su castillo, Casas Ibáñez o Fuentealbilla, sin olvidar también en la zona las piscinas naturales del río Júcar.

El tercer recorrido propone una visita por el entorno de Motilla del Palancar, en la Manchuela Conquense. Un paisaje de fuertes contrastes, tierra de paso entre el Levante y la Meseta, en el que el paso de distintos pueblos y culturas ha ido dejando su impronta a lo largo de la historia.

Camino entre las llanuras y las profundas hoces de los ríos Júcar y Cabriel, en cuyo entorno descubrir castillos, palacios e iglesias, pero también dejarse atrapar por la naturaleza.

Así, entre los términos municipales de Minglanilla e Iniesta se encuentra el Parque Natural de las Hoces del Cabriel, mientras que en Enguídanos visita imprescindible es el paraje de Las Chorreras.

Otro de los caminos propuestos en este recorrido por los pueblos del Azafrán de La Mancha es el que lleva de Minaya a Villarrobledo.

Un itinerario que comienza en el norte de la provincia de Albacete, en el pequeño pueblo de Minaya, donde junto al azafrán también es característico el cultivo de cereales y vid.

En esta localidad es posible recorrer otra ruta, la de los cubillos, situados junto a las chozas, abrigos o majanos, una arquitectura peculiar nacida de la necesidad de dar cobijo a pastores y labradores, que los utilizaban para resguardarse tanto ellos como sus animales.

Son dos las envasadoras de azafrán acogidas a la DOP Azafrán de La Mancha ubicadas en este camino, que termina en Villarrobledo. Una de las grandes poblaciones de La Mancha albacetense, donde el visitante podrá recorrer su Plaza Mayor, declarada Bien de Interés Cultural, así como algunos de los edificios que la rodean.

Un camino que se completa con otras propuestas para visitar siguiendo las huellas del azafrán, como La Roda, Casas de Haro, San Clemente, Ossa de Montiel y ya en la provincia de Ciudad Real, Socuéllamos y Tomelloso.

El quinto camino se adentra en el Campo de Calatrava, proponiendo un recorrido siguiendo el azafrán desde Carrión de Calatrava a La Solana, desde el Castillo de Calatrava la Vieja a la Plaza Mayor solanera y el Museo 'La Rosa del Azafrán'.

Dos poblaciones reconocidas por su azafrán con denominación de origen junto a las que se pueden visitar otros muchos enclaves como Almagro, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, Manzanares, Membrilla, o Valdepeñas, junto con San Carlos del Valle y Villanueva de los Infantes.

En la provincia de Toledo discurre el camino número 6, que sigue el cultivo del azafrán de Villafranca de los Caballeros a Camuñas, pasando por Madridejos.

Un itinerario arranca en el caserío de Villafranca, que recibe al visitante a escasos kilómetros del espectacular complejo lagunar, declarado reserva de la biosfera.

No muy lejos se encuentra Camuñas, también con sus fachadas encaladas y grandes portones; para terminar en Madridejos, donde en el antiguo convento de San Francisco se encuentra el Museo del Azafrán, el lugar ideal para profundizar en el conocimiento de tan preciada especia.

El último camino propuesto discurre ya por tierras alicantinas, donde la exportación del azafrán contribuyó entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX al auge económico de la ciudad.

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